_ Ahora, a por el almuerzo. Y a ordeñar la cabaña de abajo. Además, hay que sacar a las vacas fuera. Ahí, en ese establo que es el más grande también tengo tres pasiegas, además de las señoritas.
Llamaba señoritas a las Jersey, elegantes y refinadas, y entre cuyo colorido, hacían que las pasiegas no se distinguieran tanto. Estas tres últimas destacaban dentro del rebaño por sus llaves mucho más largas y potentes. Y no les venía mal tener mejores astas, ya que eran tímidas. Y las inglesas no sólo ganaban en número si no que eran más descaradas y retadoras. Pero con aquellos cuernos de juguete poco podían hacer más que aceptar a las rojinas en un terreno que históricamente les había pertenecido de tiempo inmemorial, y que si acaso lo estaban perdiendo era por ser las primerizas menos precoces para parir._ Vas a ver que guapas: la
Cereza, la Rosa y Lavanda.

No me vendría mal que me echases una mano. Ya estará empezando a dar el sol allá abajo.
Ya se veía el Neluco trincha en ristre limpiando el establo antes de poner cama nueva.
_ Luego tendrás que subir a guardar a estas. ¿No tío?_ Preguntó Neluco respecto a las tudancas, que habían girado el cuello hacia ellos y les miraban con sus ojos bovinos sin perder detalle de los pormenores de la marcha.
_ Bueno. A no ser que-lo que te digo- que se adelantara el mal tiempo...Estas aguantan aquí hasta la tarde.
Mira. Ven. Coge ese zurrón. Aquí, en esta cabaña tengo algo de rumiar; Pero no llega la red eléctrica. Voy a bajar a donde tengo las ovejas. Tengo que echarlas un vistazo. Y allí en aquella cabaña sí hay luz. Es donde tengo la esquiladora.
_ Y aquí ¿cómo ordeñas las tudancas?
_ Como se ha hecho toda la vida.
Voy a coger a la Almiranta, que esa está seca ahora._ Explicó Frailón a continuación._ Y la voy a cargar los cántaros.
_ ¿No estará par parir?
_ Tampoco la viene mal hacer ejercicio. En los meses en que está no hay ningún peligro.
_ Osea, que está cargada, y tú todavía la cargas más.
_ ¿Me vas a enseñar tú a hacer mi trabajo a estas alturas? Estos dos cantarucos no pesan nada. Aquí no tengo demasiadas vacas de ordeño. Las otras treinta de ordeño real están en el prao que te digo. Y ahí sí tengo toma de luz para todo lo que se tercie: ordeñadora, y cántaro refrigerador.
_ Un día vas a mezclar la leche de oveja con la de vaca.
_ Pierde cuidao.
_ Y las demás vacas ¿no te seguirán ahora que ven que te vas y te llevas a la Almiranta.
_ Esas se quedan al cuidao de la Generala, y sólo la siguen a ella.
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