Era un hombre del Barrio de San Pedro, cerca de Carmona. Bien proporcionado, pero bajito al lado de su hermana. En su juventud quizá no había carecido de atractivo. Tenía buenos rizos que ya pintaban alguna cana, y un color sanote difícil de suponer en un tipo que se pasaba media vida en el bar cuando no estaba pintando.
Nunca se habían caído bien el Marcial y él. Y nunca llegó Marcial a averiguar si el no haber sido él capaz de mantener a aquel individuo alejado de su hermana, un tipo que por otra parte le doblaba a ella la edad, y no tenía donde caerse muerto... Si había sido más debido a la sed de rebeldía de su hermanita, y a su afán de llevar la contraria a todo consejo, o a la conocida persevernacia del Chato, como se le conocía también vulgarmente. Y es que nunca le habían faltado novias más guapas y más ricas que la misma Josefina. Y sobretodo para las extranjeras siempre había tenido mucho tirón Aunque en aquellos momentos no tuviera ninguna y anduviera ya achacoso.
Era difícil de convencer a una mujer joven de irse a vivir a Cabuérniga. Una vez había estado a punto de conseguirlo con una violinista irlandesa y otra con una germana amante de todo lo natural, que hilaba en su rueca, y teñía los bellones de lana como si tal cosa, con hortigas, cochinillas, remolacha y otras cosas naturales que encontraba en el entorno. Y también cardaba, ya se sabe que unos cardan, y otros llevan la fama. Un encantó de mujer que acabó hartándose de estar recluida en la casa, y de tener que encargarse ella de todo, además de hilar, teñir y cardar, coser y cantar, como las hadas, huerto, gallinero, mientras él se pasaba la mitad del tiempo en el bar. La gota que colmó el vaso, fue el día que tuvo que ponerse también a ordeñar, angustiada como estaba de oír mugir a la vaca, la pobre desatendida mientras el amo estaba de tertulia cono otros parroquianos por su estilo.
_ Ah_ dijo Marcial_ ¿Es que también a ti te habían invitado? Pues me parece que llegas ya tarde a la comida._ Y luego añadió mirando a sus hermanos:
¿Todavía necesítáis más testigos de mi quema? O ¿es que habéis pedido refuerzos?
_ Yo vengo de pintar. He encalado también el gallinero._ Justificose el recien llegado._ Josefina me dijo que quería pintar. Y ¿cómo no voy a hacérselo si es la madre de mi hijo?
_ Pues ya que no me has pasado en tu vida la manutención, ya puedes tener el detalle._ Dijo la aludida.
Por cierto_ preguntó José María._ ¿Dónde está el rufián?
_ En Berlín.
_ ¿En Alemania?
_ Sí señor. Ganando tres mil euros al mes de camarero.
_ Pues mira, como esto siga así, que cada vez queda menos gente, y está esto más pobre...Igual también yo me voy. ¿Estará todavía la Hilda potable?
_ ¿Quién? ¿Aquella novia que tuviste, que te sacaba la cabeza?
_ Era muy buena chica.
_ Pues sí. Hay que ser imbécil para haberla dejado marchar.
_ A tú hijo no te pegues. Que ya sabes que pasa mucho de ti._ Aconsejó Josefina.
_ Suerte que no ha salido tan flojo como la madre_ comentó Frailón._ Pero, por lo que tengo entendido, sí que es bastante pinturero, como el padre.
_ Sin ofender Marcial.
_ Este ofende a María Santísima. El amigo de los religiosos. Ya ves._ Dijo Conce, la cual ya había abierto su periódico, para enterarse de la desastrosa situación del vecino Portugal, donde medio país estaba ardiendo, y pereciendo en las llamas de una horrorosa tormenta,así llamada,de fuego. No estaba Neluco, que era el que conocía como funcionaba aquella dichosa antena, y la televisión se veía fatal.
Soplaba mucho el viento sur aquellos días, y el aire era más sofocante de lo habitual por esa época. aunque estuvieran ya próximos a la canícula. Josefina había estado bien pendiente de desinfectar a tiempo el gallinero para evitar el piojillo que suele atacar a las aves de corral cuando no hay la suficiente limpieza. Era de agradecer que el tipo se hubiese molestado en acudir, dado el calor que hacía.
_ Naturalmente que a Doña Conce no le voy a cobrar por el trabajo.
_ Bueno, de momento. Siéntate a comer, que algo habrá.
_ ¡Uf! Se agradece. Porque hace calor ahí afuera._ Suspiró el pintor. Y luego añadió:
_ ¿Habría también una cervecita bien fresca?
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