sábado, 3 de junio de 2017
Navegando.
_ Hola_ Gritó Neluco, levantando la mano por en cima de su cabeza ,en cuanto tuvo a la vista al Marcial.
Por la mañana pronto no era mala hora para subir la empinada cuesta del Doblao, que casi había que subir de cabeza y apoyado en manos y pies. El Neluco sabía que allí encontraría al tío Frailón, cerca de una de sus cabañas de verano. Quizá la más perdida en aquel mundo lleno de rincones perdidos, de hondonadas insospechadas y de cimas inalcanzables. Y allí estaba su tío- no se equivocó- perdiéndose en el paisaje imponente y misterioso del valle, sumido todavía en brumas a esa temprana hora, de la mañana.
_ Qué_ respondió Frailón a su vez y estirando el brazo desde lejos.
Los mismos hazes de sol eran aún tan débiles como aquellos saludos. Ni el astro rey del universo se había levantado del todo todavía, o quizá sí. En aquel instante, después de haber amanecido rico y luminoso detrás de los lejanos Picos de Europa, parecía querer esconderse tras el más cercano pico de Peña Sagra. Y así, tan indeciso y titubeante como el sol en el inicio de su circuito diario, por brillante que este vaya a resultar, es el pasiego, lo mismo al arrancar el día que cuando parece decidido a iniciar cualquier proyecto.
Frailón presumía que desde aquellas alturas no solo se divisaban claros y diáfanos los Picos De Europa si no que detrás, y entre las cimas de los montes A y X -no recordaba Neluco los nombres-podía divisarse el mar en los días claros. Y aquel día se presentaba, por el momento, despejado y alegre . Cuando el vientecillo era fresco así iba a ser. Y más radiante, siendo Nordeste, y soplando fino, frío y afilado, como un cuchillo.
Para sorpresa de Neluco, no estaba Frailón ni meditando ni haciendo recuento de vacas esa mañana.
Cuando llegó arriba, se preguntó el muchacho por qué cañada bajaría su tío las tudancas desde tamaña localización. Subir subirían por la misma por la que él mismo había ido ascendiendo, que era la más corta. Pero tenía que haber otra de bajada que él desconocía. A no ser que quisiera el tío que bajaran rodando. O a lo mejor las bajaba una a una con arneses y valiéndose de un helicóptero, como en los rescates. No sería ese el caso, naturalmente.
Él que era un hombre joven tendría que bajar de culo por el mismo camino que había subido. Subir era siempre más fácil que bajar.
Parecía que el tío tenía calor. Ahora ya, le empezaba a dar todo el sol en la cara. La lucha, ascendente en aquel tramo, y casi siempre vencedora, del sol asomándose por fin, por detrás de aquella majestuosa peña de occidente, había concluido Y mientras pacían las vacas su desayuno.
Frailón, que ya llevaba un buen rato sentado allí a la sombra se estiró para relajar el cuello.
Le hubiese resultado a Neluco difícil descubrirle allí, si no hubiese sido porque el tío le había visto a él primero. Aunque no le había saludado primero.
Luego se levantó Frailón. Bajó un poco más la loma, desapareciendo de la vista del Neluco. Y por lo visto, volvió a sentarse, allí, pero más abajo, a la sombra de la misma loma, cuya inclinación de hierba menos verde y jugosa se orientaba hacia al sudeste. Allí estaba muy fresco el tío, de buena mañana y después de haber dado rienda suelta a las vacas, pillando la mejor señal para navegar en su laptop y con la mejor visibilidad para que no le hiciese brillos la pantalla.
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