jueves, 15 de junio de 2017

Magdalena trasteando en el desván.





   Ahí, quien trata de llevar la voz cantante, es Magdalena, la que se cree la más admirada de los hermanos por alta, rubia, moza, y que su marido es casi nada... Estuvo a punto de conseguir ser consejero con no sé qué gobierno. Alcalde de un pueblo que tiene, no tantos, si no más habitantes que Santander. Cuando su candidatura fue votada por una cifra de personas superior a las seis cifras rasas, uno puede imaginarse la envergadura del título. Pero por el pueblo de la familia de su mujer nunca se le ha visto. Aunque el director de banco de la zona está deseando conocerle. Se decía veinte años atrás, cuando se casaron, que su familia era dueña en Somo de la mayor vaquería de la provincia. Y en Cantabria, el haber hecho tan buen casamiento da muchas ínfulas. Y eso era lo que le pasaba a la Magdalena. Que era todavía, a pesar de su buen puesto en una multinacional, de las que presumía de braguetazo, aunque a su marido se le pudiera tratar a la baqueta, y viviera esclavo de toda especie de relación sado-masoquista.

   _ ¿Esto? _  Se preguntaba Magdalena en ese momento, mientras le daba vueltas a un cachivache desconocido herrumbroso y grasiento._ De verdad que no sé ni para que sirve_ se dijo_ ni qué tiene que hacer tanto trasto en el pajar.

    En las casonas de Cantabria el pajar solía estar siempre en el último piso. Tradicionalmente ahí se almacenaba parte del forraje seco de los animales, además de la cosecha de legumbres que se terciara, y los frutos que tenían que durar todo el invierno. La paja almacenada en una última planta, con buena ventilación, justo debajo del tejado, proporcionaba de paso un aislamiento inmejorable en un clima donde las temperaturas en invierno pueden caer por debajo de cero, y en verano ser realmente asfixiantes. Y esta era, en general la principal disculpa que argüía Conce para no moverse de la casa donde los Camino, que era el apellido materno, llevaban habitando más de nueve generaciones.

   _Yo de la casona no me muevo. ¿O queréis que me pase como al primo Julián? Todo fue convencerle los hijos de vender la casona, que al final tuvo que irse del pueblo y comprarse un piso en San Vicente, bien cerca de la playa, porque no podía ni respirar en esos adosaos que han hecho a la entrada de Reinosa. Ya me dijo que era que, con la canícula sentía que se derretía como un  sebo, y en el invierno casi se le engangrenan los pies. Y otra cosa:

    Aquí el desván no se toca. Que ya te veo la idea.  Eso lo primero. Lo que sobran en la casona son habitaciones bien amplias para los niños, y para todo el que se quiera venir a vivir aquí. El desván es para lo que es.

  _ Para guardar todos los trastos imaginables y por haber._ Decía la Magdalena cada vez que daba la matraca con lo mismo. Y soñaba con ser la  exclusiva diseñadora de un basto espacio que ella ya tenía concebido como una especie de loft neoyorkino.

  _ ¿Y la cosecha de maíz? ¿Dónde la guardas? El maíz es lo principal, y lo que más está dando en estos últimos años. Porque ahora ya, la gente ni lo planta. No entiendo porqué.

  _ ¿No será que sale más barato comprarlo en el supermercado?
  _ ¿Cuál? ¿La harina?
  _ ¿Pues que va a ser?
  _ ¿Y el grano para las gallinas?
  _ Pues en el almacén de la Sagrario... Esa vende de todo para el campo.
  _ Y entre ese todo,  el maíz que le vendemos nosotros. Déjate ya de chorradas._ Decía Conce._ Y ¿El resto de las semillas? ¿Y los bulbos de los tulipanes, que esos bien que te gusta verlos en primavera?
  _ Pues yo que sé... ¿No tienes edificios anexos, y un montón de cobertizos alrededor? Lo que sobran aquí en la finca son edificios medio en ruinas, y medio sin paredes, llenos de mugre por todas parte...Y ¡Yo de verdad que me muero del asco!
  _ Claro, te refieres a las caballerizas, la chonera, el gallinero ¿Sigo? _ Enumeraba Conce._¿O es que los animales no tienen derecho a un techo? ¿El establo de invierno de las vacas, que aunque ahora lo veas vacío tendrá que estar ahí para que no mueran de frío los pobres animales en el invierno? Tú de verdad, que has perdido el oremus...

  _ Pero ¿Quién vive ahora así mamá? ¿Quién vive ahora así cuando se puede vivir mejor? Y ¿De qué sirve tanto trabajo?



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