"Madre siempre ha tenido, sólo, dos preferidos: Mi hermano Rosendo, y Angelito, que le seguía."
"Yo me salgo a mi padre. Mi hermano segundo es distinto. Sale a la parte de la madre: cejijunto, legañoso, dientes torcidos muy blancos y fuertes; pero torcidos. Tiene piernas de corredor de fondo, no muy largas; pero de muslos desarrollados. Talle largo y brazos que son más nervio que músculo. Pero en conjunto, sus extremidades morenas e hirsutas, más que su cara, donde solo asoma un eterno bozo que le da aspecto de medio raquítico, son bastante fuertes. Tiene los hombros estrechos; pero bien puestos. Y una cabeza bien presentada sobre un cuello bien largo. De eso que me pase de altura. Y es muy listo. Eso nadie se lo quita. Pero su aspecto, a mi modo de ver- Que en mi ignorancia estoy hecho a analizar la armonía de las formas de las que la naturaleza dota a todo ser vivo- su aspecto, yo diría que es medio siniestro. Haría muy bien de Conde Drácula. Muy listo para las cuentas, y muy chupa sangres, para empezar con la propia familia.
" Comprendo que mi madre protegiera más a este hermano segundo, no sólo por el visible parecido que tiene con ella. Rosendo no sólo es la mitad de mi tamaño. Rosendo parece tímido y prudente. Pero sólo lo parece. Tiene mucho peligro con esas iluminadas ideas que se le pasan por el magín. Ahora, que quiere que madre se pase a un chalé. Y que la casona haría muy buen hotel rural. ¿Y la Josefina y su prole? ¿Qué haces con ella? No me imagino a la Josefina viviendo en un chalé. Un chalé de esos no es más grande que la cocinona, y si ella ya tiene barullo, y se le juntan los cacharros en el fogón y la pila... No me quiero ni imaginar el batiburri que. Quítale la despensa. Quítale el horno de piedra donde todavía le da por hacer pan, que dice que ella lo hace mejor que la panadera. Y aunque sólo lo haga una vez al año. Quítale su jardín y sus plantas que no se las puede ni madre tocar. ¡Igual salimos todos peor que echando pestes!
" Las cosas se torcieron el día que padre faltó. La Josefina, que era bien pequeña cuando murió el hombre, y por salvar a otro que dejó la vida en un temporal de nieve, lo sintió mucho. Una semana estuvo rebeca, que no quería salirse de la cama. Y casi se enferma. Porque padre por ella era adoración, y ella era padriega del todo. Y le habría respetado-que yo lo sé- en lo que el aconsejaba y mandaba. Pero fue todo faltar él y hacerse ella una tirana de esas, como las que salen en ese programa de la televisión en Hermano Mayor. Hermano mayor, hermano mayor....Que me pregunten a mí.
"Mi padre fue un buen hombre, y de mucha paciencia. Cada vez lo tengo más claro. Aunque diga mi madre que nos dejaba a los hijos hacer lo que nos daba la gana. Y a mí , en concreto, de mi capa un sayo. Aunque diga mi madre que discutía con los maestros y hacía trizas mis notas y las tiraba al aire para hacer la gracia. Si yo sólo tenía doce años cuando faltó.
"La edad no fue eximente. Con doce años empezó mi madre a exigirme trabajar no como un adulto, si no más. "
....Y mucho más amargada a partir de faltar su esposo, quien le diera la vida a él y a sus hermanos, llegó a hacerse para Marcial cansina e insoportable. Tanto que, aun sin ocurrírsele dejar de lado sus obligaciones, acabó por rehuir el contacto con la gente de la casa y principalmente con ella, su señora madre, por no faltarle el respeto. Y de esto que Rosendo fuera, tomando el lugar que al hermano mayor hubiese correspondido, convirtiéndose poco a poco en el verdadero apoyo de la madre.
Pero Frailón nunca envidió a Rosendo, aunque sí Rosendo, en su fuero interno, mucho al hermano mayor. Porque nunca se aguantaba nada y todo lo soltaba por esa bocaza suya,al contrario que él, que siendo de naturaleza discreta, no le gustaban los escándalos. Y hasta las más salvajes amenazas habían tenido que aguantar de él, como que acabaría pisando la cabeza a alguien.
Y que gozaba éste de mucha más libertad- pensaba Rosendo- al menos a su modo de ver,para pasarse luego el señorito el día protestando. Que no había cosa que madre dijera que a él señor no le pareciese bien. Y mientras él,con sólo once años, atado al mostrador de la fonda,cuadrando cuentas. Y tenía que vérselas con los proveedores por un lado, y con el banco por otro. Hasta que le aconsejó a su madre traspasar el negocio.
Hizo, así todo, la carrera de COMERCIO, y luego de adulto la de Derecho. Pero en otras circunstancias bien que hubiese podido hacer por lo menos CIENCIAS POLÍTICAS, y a esas alturas ya sería embajador. Un pasante de Notario nunca gana lo de un Notario. Y no puede compararse. Pero Rosendo no era el dinero lo que echaba de menos. Arrastraba otras frustraciones, como la de no haber conocido mundo- Recordaba que apunto estuvo de irse de militar, y todo lo que su madre le lloró para que no diera ese paso- Que si no la dejara sóla con el monstruo aquel, que si estaba loco el Marcial....
Rosendo arrastraba rencores también. Que si su hermano mayor se hubiese portado como debía él no estaría para entonces viviendo en el culo del mundo, y aburriéndose en una notaría en lo más remoto del mapa.
Y ¿ Quién era el que iba y venía a la feria, y se lo pasaba de lo lindo,y todavía se quejaba de que no tenía vida? ¿Y aún se quedaba de visita dos o tres días,o invitado o vete a saber- dice Él... Que donde los frailes- Pero a Rosendo nadie le quita de la cabeza que debió de haberse echado Marcial una novia, allá por los ochenta, y cuando todavía no contaba los dieciocho. Y que si no llega a ser por él, que estaba ojo a vizor, se habría comido la tipa aquella la mitad de la hacienda familiar...
De todos modos,así seguía el Marcial, treinta años después. Sin sentar cabeza. Que lo de la feria y esos tres o cuatro días no lo perdonaba. Y había que depender luego durante una semana de criados, y otros obreros a jornal. Y que nunca sale a cuenta; porque no miran nunca por lo casa como el amo.
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