jueves, 29 de junio de 2017
Que buena estaba la leche, mejor estaba la nata...
"Que buena estaba la leche, mejor estaba la nata" cantan los campurrianos.
El Cubano no come yogur- tampoco es que haga patria.- Se dedica más a la cría de caballos que a la de vacuno. Aunque dicen que el yogur búlgaro auténtico es el de yegua.
A Marcial le da lo mismo a lo que se dedique el padre de Neluca. El caso es que, de algún modo está repoblando esas tierras. Del caribe va trayendo conocidos, amigos, y parientes acostumbrados a trabajar en las labores del campo, buenos peones. Y es tan listo, que como las vacaciones las da en el invierno, algunos, lo mismo se marchan de vuelta a su país y no vuelven, que otros regresan. Y los más jóvenes, avispados, y atrevidos se quedan e intentan ligarse alguna que otra turista en la estación de esquí, que es cuando está abierta, y más turistéo trae. Hubo uno, más alto y guapo que los demás, que se casó con una psiquiatra que trabajaba en Vitoria y la cual ya le estaban al caer los cuarenta. Y ha tenido tres hijos con ella. Ya se han separado. Ese cubano se volvió a Cuba por que dice que lo que gana como gañán no le da para pagar pensiones alimenticias. El caso es que en Cuba, se ha podido montar su propio negocio. Y allí sigue ligando con turistas en edad de procrear, engendrando hijos que nacen en diferentes países de Europa, y viviendo tan ancho.
Pero a parte del caso de este tipo, hay algún que otro caribeño que le está cogiendo apego a esta Tierruca. Y Ariel el cubano, fue el primero.
Es cierto que no come yogur. Marcial está seguro de que se encontraría más saludable, si lo comiera. Ahora que ya está entrando en la madurez, y se ha convertido en un hombre de negocios no hace más que quejarse de que esto le sienta mal, y lo otro también. Ha dejado de comer pollo. Dice que es alérgico. A ver si después de llevar la calle por delante, va a ser verdad que esa familia, la de la parte caribeña de su sobrina, padecen del estómago.
En realidad, dice Ariel, que el pollo no lo prueba desde hace años. Que comió demasiado pollo de niño porque su abuela los criaba, allí en Guardalavaca, en la provincia de Holguín, y debió de crear intolerancia de tanto como se puso hasta las botas de aves de corral. Y que sube el colesterol. Claro que si es faisán, u otro tipo de caza emplumada, la cosa cambia.
Cuando Marcial le dice que es bueno el salmón para bajar el colesterol. Le responde este que algo parecido le pasa con el pescado, que no lo atraviesa, sobretodo como tenga espinas. Y que lo que peor le sientan son las sardinas, que al menos el estómago de él no las digiere del todo bien. Pero que el salmón ahumado no está nada mal, y eso sí que puede catarlo.
_ ¿Y el queso?
_ Se me llena la cara de granos. En general con cualquier lácteo.
_Pues yo no sé lo que comes._ Dice Marcial.
Y con la misma más confirma la sospecha de que toda esa gente que anda `por ahí, con tanto reparo gastronómico, no tiene más que cuento. Que le salen granos dice. No le he visto yo chuparse los dedos con la salsa bechamél y untar pan. Y buenos chupitos de baileys que se toma de vez en cuando. Los helados le pirran, y la mantequilla fresca no la perdona.
_ Menuda choza que se está haciendo el cabrón.
Ya avista Marcial la finca con las cuadras, y arriba, la casa solariega reformada dentro de los cánones que impone la historia del paraje que le rodea. Marcial se levanta el sombrero en señal de respeto. Ni terrazas, ni pérgolas, ni acristalamientos, ni piscinas. Los cimientos de las cuadras están hechos de piedra, el resto son puros troncos montados con sentido común y pensando en la buena ventilación; pero no en las corrientes, a las que son muy sensibles los caballos, tanto o más que las vacas. Los tejados de las cuadras son de paja. Parece que se trajo a unos especialistas de Inglaterra.
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