viernes, 30 de junio de 2017

Hijos del amor; pero con apellidos diferentes.




   Hay seductores y hay conquistadores que viven todavía en la fase bárbara, Marcial._ Le decía el Padre Ambrosio a Frailón. Coincidía que este último, camino de la finca del Cubano, aprovechaba a hacerle una visita, y de paso le contaba sus cuitas._ Llegan, conquistan, arramplan con todo lo que pueden, y luego se largan. O lo dejan todo, como en el caso de muchas parejas, hoy en día. O el de las personas, o compañías que migran para irse a ganar la vida a otros lares; Pero no construyen, no amplían horizontes. Ni crecen como personas.  Por que son débiles. Irrumpen en la vida de uno lo mismo que la invaden; pero son incapaces de mantenerse. La arrasan. Arrasan la vida de uno, como arrasan la tierra que pisan, o el país por el que pasan. Son bárbaros, y por lo general, no ya ignorantes, si no menos inteligentes.

   El inteligente se adapta, construye, aporta, y enriquece. Y muchas veces levanta un imperio. La mayoría se conforman con sacar adelante a los suyos, y conseguir que estos permanezcan y se perpetúen.

   _ Quien no va a perpetuarse soy yo, que no he tenido hijos, Padre Ambrosio.  Ni en la vida conquiste un sólo corazón...
  _ Habrás conquistado muchos, y no lo sabes Marcial.

  _ Entonces es que nadie ha conquistado el mío. En cualquier caso, uno no sabe cómo va a perpetuarse.

  _ Hay hijos de la carne y también hijos del espíritu. Ya lo decían los griegos.

  _ Pues será.

  _ Ten por seguro, que hayas tenido hijos o no los hayas tenido, a ti habrán de recordarte.

  _ Pues serán los hijos de otro. Por que las vacas tienen memoria; pero no la escriben.

  _ No me hagas reír Marcial. Alguno de tus sobrinos seguirá un día con lo que tu dejas aquí.

  _ Mientras no sea el más atrasao, como yo, que ni tengo estudios superiores, ni salí de este culo del mundo, como le gusta decir a la Magdalena... O el más infeliz.

  _ Y ¿Qué hago yo entonces aquí?_ Preguntó Ambrosio._ ¿Soy un infeliz acaso?

  _ Usted sabrá.

  _ Te aseguro que no lo soy. Soy muy feliz. Y de la ciudad me vine.

    Marcial sonrío.

  _ Y volviendo al tema que tratábamos de tu hermana...

  _ La conquistadora bárbara. No. Si he pillado la analogía, no crea que no. Lo malo de las mujeres del estilo de mi hermana, que abundan ahora un montón, es que nos están llenando La Tierruca de apellidos extranjeros.

  _ Pero no digas tonterías Marcial. Están sembrando de nuevas vidas estas tierras.

  _ ¿Y no se podría hacer algo para que los hijos no se apellidaran como se apellidan? ¿No sabe usted, que en este país, como en los mejores, son ciudadanos de segunda, aquí en España? Lo digo por como está la ley, no por que sea burrada mía.
   Si el padre es español, y la madre extranjera, el niño tiene todos los derechos; ¡Pero al revés no tiene los mismos! ¡Que me he enterado yo bien!

  _ La Ley es imperfecta. Lo único perfecto es el amor.  Parte de tus sobrinos gozan solamente del Ius soli y no del Ius sanguinis. Derechos solo al suelo, o derechos de sangre, esa es la diferencia. Los ius soli no son ciudadanos de pleno derecho. Tienes razón. Tendrían que declararse apátridas ellos o sus padres, y cambiarse de apellidos cuando sean adultos. Y cambiarse al apellido de la madre.

  _ Tienen derecho de suelo; pero no derecho de sangre._ Decía Marcial haciéndose cruces._ Esto sí que es ¡Manda Madre! Ahora comprendo qué la Josefina  gastándose esos humos que se gasta no va a ir a ninguna parte. Por muy hijos de nuestra madre que seamos, y ni aunque nuestra madre fuera Agustina de Aragón, nos salvamos aquí de las leyes vigentes más machistas.¡Si ella es más de aquí que Eva, y la Concha espina! Pues de esto no está enterada.

  _ El marroquí, el de Alto Campoo, que se declare apátrida y españolice el apellido. Aquí en la Vega de Pas, y alrededores llevamos haciendo eso toda la vida. La raza pasiega no es más que el resultado de la fusión de diferentes razas, culturas, y religiones. De los godos primero, acosados por los ochocientos años de dominación musulmana en la península, a los moriscos después, cuando la expulsión de infieles declarada por los Reyes Católicos, pasando por algún otro que pasó por aquí y decidió quedarse. Y  aquí lo único que nos ha conferido una identidad propia es el pastoreo, y el haber llevado a cabo la misma actividad de toda la vida de Dios, durante siglos. Que mi abuelo mismo era pasiego, y tenía un pelo de cada color. Y me acuerdo de mis primas las mellizas, una blonda, zanquilarga, y rebosante, que parecía hija de Sigfrido, y la otra flaca, chiquitina como una pasa, y casi negra. La más lista era la negra, por cierto.

  _ Esa es su teoría, Padre.

  _ Tengo que escribir un libro al respecto.


-Para que un niño pueda solicitar la nacionalidad española.


Sí son españoles los nacidos en España hijos de:
  • Argentinos
  • Costarricenses
  • Cubanos
  • Guineanos (Guinea Bissau)
  • Marroquíes – madre marroquí y padre conocido apátrida o que no transmite su nacionalidad al hijo-
  • Palestinos – apátridas –
  • Peruanos
  • Saharauis – apátridas –
  • Suizos
  • Santotomenses
  • Hijos de Venezolano y Colombiana
   


jueves, 29 de junio de 2017

Que buena estaba la leche, mejor estaba la nata...



      "Que buena estaba la leche, mejor estaba la nata" cantan los campurrianos.

   El Cubano no come yogur- tampoco es que haga patria.- Se dedica más a la cría de caballos que a la de vacuno. Aunque dicen que el yogur búlgaro auténtico es el de yegua.

   A Marcial le da lo mismo a lo que se dedique el padre de Neluca. El caso es que, de algún modo está repoblando esas tierras. Del caribe va trayendo conocidos, amigos, y parientes acostumbrados a trabajar en las labores del campo, buenos peones. Y es tan listo, que como las vacaciones las da en el invierno, algunos, lo mismo se marchan de vuelta a su país y no vuelven, que otros regresan. Y los más jóvenes, avispados, y atrevidos se quedan e intentan ligarse alguna que otra turista en la estación de esquí, que es cuando está abierta, y más turistéo trae. Hubo uno, más alto y guapo que los demás, que se casó con una psiquiatra que trabajaba en Vitoria y la cual ya le estaban al caer los cuarenta. Y ha tenido tres hijos con ella. Ya se han separado. Ese cubano se volvió a Cuba por que dice que lo que gana como gañán no le da para pagar pensiones alimenticias. El caso es que en Cuba, se ha podido montar su propio negocio. Y allí sigue ligando con turistas en edad de procrear, engendrando hijos que nacen en diferentes países de Europa, y viviendo tan ancho.

   Pero a parte del caso de este tipo, hay algún que otro caribeño que le está cogiendo apego a esta Tierruca. Y Ariel el cubano, fue el primero.

   Es cierto que no come yogur. Marcial está seguro de que se encontraría más saludable, si lo comiera. Ahora que ya está entrando en la madurez, y se ha convertido en un hombre de negocios no hace más que quejarse de que esto le sienta mal, y lo otro también. Ha dejado de comer pollo. Dice que es alérgico. A ver si después de llevar la calle por delante, va a ser verdad que esa familia, la de la parte caribeña de su sobrina, padecen del estómago.

   En realidad, dice Ariel, que el pollo no lo prueba desde hace años. Que comió demasiado pollo de niño porque su abuela los criaba, allí en Guardalavaca, en la provincia de Holguín, y debió de crear intolerancia de tanto como se puso hasta las botas de aves de corral. Y que sube el colesterol. Claro que si es faisán, u otro tipo de caza emplumada, la cosa cambia.

   Cuando Marcial le dice que es bueno el salmón para bajar el colesterol. Le responde este que algo parecido le pasa con el pescado, que no lo atraviesa, sobretodo como tenga espinas. Y que lo que peor le sientan son las sardinas, que al menos el estómago de él no las digiere del todo bien. Pero que el salmón ahumado no  está nada mal, y eso sí que puede catarlo.

   _ ¿Y el queso?
   _ Se me llena la cara de granos. En general con cualquier lácteo.

    _Pues yo no sé lo que comes._ Dice Marcial.

    Y con la misma más confirma la sospecha de que toda esa gente que anda `por ahí, con tanto reparo gastronómico, no tiene más que cuento. Que le salen granos dice. No le he visto yo chuparse los dedos con la salsa bechamél y untar pan. Y buenos chupitos de baileys que se toma de vez en cuando. Los helados le pirran, y la mantequilla fresca no la perdona.


    _ Menuda choza que se está haciendo el cabrón.

     Ya avista Marcial la finca con las cuadras, y arriba, la casa solariega reformada dentro de los cánones que impone la historia del paraje que le rodea. Marcial se levanta el sombrero en señal de respeto. Ni terrazas, ni pérgolas, ni acristalamientos, ni piscinas. Los cimientos de las cuadras están hechos de piedra, el resto son puros troncos montados con sentido común y pensando en la buena ventilación; pero no en las corrientes, a las que son muy sensibles los caballos, tanto o más que las vacas. Los tejados de las cuadras son de paja. Parece que se trajo a unos especialistas de Inglaterra.

   

   

miércoles, 28 de junio de 2017

De la farmacia a la cueva, y de la cueva a la farmacia.






   Orgullosa estaba Conce de su pasado de enfermera diplomada, y casi casi boticaria. Cuando regentó la fonda, después de que sus padres lo dejaran, su mostrador había sido más el de una curandera, ya para entonces bastante moderna. Y bien a gala tenía la labor de concienciación sobre las propiedades del yogur que llevó a cabo entonces, entre muchos pasiegos que todavía lo desconocían, y hasta despreciaban. Don Pelayo el médico, y uno de los pocos clientes a pensión completa solía decirle a los paisanos que con una mujer como Conce, y todo el saber heredado, al parecer de una bisabuela, no había mal para el que ella no tuviera solución.

   Pero la gran conocedora, no ya del penicilum de los quesos que hacía, si no de muchas plantas, e incluso de las costras de las vacas con las que había prevenido a generaciones enteras de pasiegos y gente de la zona de no haber sufrido de viruela, cuando en la ciudad había pestes de ello, había sido la abuela Perez. Mujer letrada, algo bastante de extrañar en una pasiega del siglo dieciocho. Parece que a su vez un abuelo suyo con quien se crío,  había sido farmaceútico en Burgos.

 Y tenía por eso la abuela Conce en la librería, libros antiguos de botánica, de herencia  de aquella abuela suya, los que a su vez habían sido heredados del boticario. Y los guardaba como oro en paño, por que eran libros de muchas plantas y hierbas beneficiosas para la salud. Aquella bisabuela mía, si que era curandera de verdad. _ Contaba Conce.

  _  Ella no era pasiega. Se crío, según tengo entendido en Burgos.  Aunque no estoy segura.  También puede ser que sí que fuera pasiega. Porque lo que no recuerdo es si fue ella misma o fue su madre la que se casó con un pasiego rico que tenía muchas fincas. Sí. Creo que fue su madre la que era burgalesa. Y que mandaron a mi bisabuela a criarse con los abuelos cuando se quedó huérfana.
    Pero mi abuela Perez debía de echar como Heidi las montañas, donde había vivido con sus padres, en falta. Así que también ella se casó con un pasiego.





Camino de la finca del Cubano.





   Ariel es un hombre guapo que andará ya rondando los treinta y poco, y ese poco lo mismo puede ser medio año que cinco más. Al mulato que es coqueto no le gusta decir su edad, y lo mismo se quita que se pone años, siempre que esa mentirilla ayude a presumir.

   Es el padre de la Nela, la nieta pequeña de Conce. Y aunque Nela es más clara que su padre y Josefina más negra que el mulato la niña no puede negarse que sale a su padre. Y ¡menos mal! Menos mal que sale la criatura a esa parte de la familia.

    Y no es la primera, ni la segunda vez que le da Marcial gracias al cielo por esa divina criatura que es su sobrina pequeña, buena, guapa, y lista, y nacida del demonio de mujer que es su hermana.  Digan lo que digan, hay misterios que sólo Dios entenderá digo yo. 


    Aparte del padre y de la madre, se puede decir que la raza, en este caso particular, ha mejorado con el cruce. De esto, que Marcial, un hombre bastante leído por otra parte, recuerde parte de un texto que leyó en su día en un  libro que había en la rectoría de Luena, hoy medio abandonada, escrito por un antiguo cronista sobre las Américas y las costumbres en los virreinatos de (cualquiera recuerda  el nombre del rey) El caso es que era un texto curioso, y se le quedó a Marcial en las entretelas del cerebro.

    Blanco e India: Melancolía.
    India y Negro lo mismo que indio y negra: Rebeldía.
    Blanco y Negra: Alegría.

    Posiblemente, por la censura gazmoña de la época en que se escribió, se omitieran otros tipos de matrimonios  mestizos como el de Blanca y Negro y el de Indio y Blanca. Al parecer las Blancas eran únicamente accesibles para los Blancos.


   En cualquier caso no andaba aquel cronista desacertado en sus observaciones, según Marcial. Y él mismo podía dar testimonio de como su sobrina era la misma imagen de la alegría y la perfección.

   Era Neluca una niña muy viva e inteligente, y bastante adelantada para su edad. Y eso es lo que tenía ganado. Sólo había una cosa que al tío le molestaba de la niña. Y esas eran sus manías alimentarias. No es que fueran intolerancias, o alergias. Eran manías. Esas manías que suelen aflorar cuando el ser humano nada en la abundancia y tiene demasiado donde elegir.

  Grano que tiene la niña que se le atribuye a algo que le ha sentado mal, sea que haya comido de lo bueno a lo mejor.

  El grado de manía es preocupante cuando la madre consiente que la lista de alimentos prohibidos vaya aumentando para una criatura supuestamente sana. El exótico y estomagante yogur de leche de coco, porque a la niña, después de habérselo antojado no le gustó,  en la nevera se quedó para quien tuviera hambre, Frailón por ejemplo, que por cierto lo probó y tuvo que escupirlo en la fregadera...

   _ ¿Quién compra aquí yogures de leche... ¿Qué leche es esta? ¡Leche que no es de vaca!? ¡Ya lo que nos faltaba! ¿Porqué usted no prohíbe, Madre, que la Josefina, traiga de ese supermercado de la carretera, todas estas porquerías? Queso Mozarella, leche de avellanas, margarina sana para el corazón de origen vegetal... ¡Ignorante! ¿De donde se cree que salen las grasas hidrogenadas? Aquí se llegaba fácil a los noventa comiendo como comíamos. Y ahora no hay más que tontería. ¡Muchísima tontería!...

    Este es un ejemplo de un cotidiano discurso furibundo de Frailón, echándole un ojo a la nevera de la casa de su madre. Él no tiene nevera. Para neveras sigue usando los neveros del monte, que los hay que no se derriten en todo el año.

   Camino de la finca del Cubano, del padre de la Neluca, pasa Marcial en su caballo de largo de una de esas buenas neveras donde suele el hombre surtirse de nieve el día que se pone por lo que sea a hacer mantequilla. A veces hay quien todavía le hace encargos de mantequilla fresca. No sabe lo mismo. Ahora todas las mantequillas que se venden en las tiendas están hechas con la nata previamente cocida. No sabe igual.

      Neluca, buenas rebanadas de pan que se unta, ahora que se ha declarado vegetariana, y ferviente defensora de los animales, tanto que no come ni un caracol, ni una trucha, ni una sardina. Y su madre se lo consiente. Y menos mal que a los huevos no dice que no, de momento.

   La niña crece y crece porque de lo que le gusta no le falta de nada. Y nunca le faltaron, a parte, sus  buenos vasos de leche de la mejor. Primero para destetarla, rebajada con agua y con unas gotas de naranja o limón que le añadía la abuela Conce, que por algo había estudiado puericultura  en su juventud en la Sección Femenina , y era enfermera de título, formada en el Hospital Universitario de Valdecilla. Trabajo que dejó al casarse, y porque heredó lo que heredo. La fonda, la Casona, y más de media comarca si se ponía uno a contar las fincas y las juntaba. Porque cierto era que muchas estaban también fuera de la comarca.

   Conce fue la primera pasiega que empezó a usar el yogur en el valle, prescrito por el médico del concejo, el cual antes de hacerse de casa en propiedad se alojaba en la Fonda de Cristina la Corza. Y el hombre fue quien lo prescribió por primera vez, y con receta médica, para un niño del valle, un nieto de La Pelada, la matriarca de una de las familias más ricas del valle. No era pasiega aquella mujer, si no una ignorante advenediza, y que para engordar a la criatura que alguien había intentado destetar con Pelargón, sólo se le ocurre a ella añadir mantequilla a la papilla. Y casi se muere el niñuco de una infección al vientre que le entró. Llévale donde la Corza, que su hija, la Conce es enfermera y sabe mucho. Luego, si te he visto no me acuerdo. Pero, en fin. A un niñuco no se le deja morir. Ni al niñuco de tu peor enemigo se le deja morir.... 

    Aquellas eran historias que le había contado su madre. Ya llegaba. Lejos en el horizonte, a la parte de la montaña Occidental, se contemplaba parte de las fincas de los de La Pelada, a monte, abandonadas todas. El último que las había cuidado, y bien que las había cuidado, había sido aquel pobre que perdió la cabeza.

lunes, 26 de junio de 2017

La amante pastelera







---_ Y ¿En qué hospital te ingresas? ¿En Valdecilla o en el de Laredo?

    _ Más lejos, mucho más lejos.

    _Pero... Pues...¿Qué tienen que hacerte? ¿Acaso es algo malo?

    _ Una liposucción, hija. Que dice la Josefina que como mucho queso.

   La pastelera echose a reír a carcajadas._ ¡Mira que siempre estás con chascarrillos, y con bromas! Ya veo que me estás vacilando.

  _ Bueno. Que voy con prisa.

  _ Entonces... ¿No estás malo?

  _ ¡Qué va! De momento_ dijo y persignose_ más sano que una perdiz y más duro que el cuero de un jabalí.

  _ Ya te veo.

  _ Como no me pegue un tiro, difícil será que se deshagan de menda.

  _ Ya ha habido lío con la Josefina._ Insinuó la mujer._ Por cierto. ¿Qué tal tus hermanas Magdalena y Cristina? Las he visto sólo de pasada, porque aquí, no son quienes de entrar a comprar ni una quesada, ni una caja de sobaos. No entran ni para saludar. Mira lo que te digo.

  _ Son así._ Dijo Marcial, avergonzado.

  _ La verdad, es que tienes unas hermanas que no sé si se creen la aristocracia o algo. ¿Qué se piensan? ¿Que por dejarse ver va a estar una luego hablando de ellas? Pues, si ya ves. Hablamos  de todos modos. ¡Qué manera de escurrir el bulto! Y para cuatro pelagatos que quedamos aquí, en el pueblo...  En fin._ Dime tú ¿qué otro entretenimiento nos queda si no es hablar?

  _ Razón tienes.

  _ Tu hermana Magdalena ha llegado muy lejos. Y yo me alegro por ella. Pero siempre se gastó muchos humos. Lo que me extraña es lo de Cristina. Pues si fue compañera mía de pupitre en la escuela. Y buenas amigas que éramos. Y que ni fuera una una pobre de pedir, que no se digna ni pasar a saludar. Como si la debiera yo algo, o temiera que le fuese a pedir algún favor. Y yo no soy de esas. Tu sabes Marcial, que yo también tengo mis hermanos que buenas colocaciones tienen, y mis primas también, sin ir más lejos, que bien que han prosperado fuera de estos valles. Y yo misma podría irme de aquí, y abrir la pastelería en Santander, o en Bilbao.

  _ No tendrías competencia. Eso ya te lo aseguro yo.

  _ Pero ¿Qué vas a dejar esto? ¿Vas a dejar esto que siempre nos dio la vida en manos de REPSOL?

  _ ¡Vaya!_ Sonrío Marcial.

  _ ¡No me da la gana de irme! Es mi tierra. Y yo amo mi Tierruca.

  _ Olvidaba que eras concejala, y la presidenta de Cáritas.

  _ A este paso me quedo de alcaldesa.

  _ Buena activista eres.Tú sigue contando con mi voto.

  _ Tu ya sabes Marcial. Aquí, de fractura hidráulica ¡que se olviden!

  _ Ya veo, Ya. Que aunque ya no queden casi vecinos. Tú sacas a los de las manifestaciones de debajo de las piedras.

  _ Querer es poder.

  _ Y que le dedicas tu tiempo a la lucha. Y eso es de agradecer.

  _ Pues mira. eso es lo que tengo aquí, que no tendría en la ciudad. Tiempo.

  _ Pero tendrías más dinero en la ciudad.

  _ Ya. ¿Pero no sabes tú que el tiempo es oro?_ Río ella.

  _ Y la salud también. _ Dijo él.

miércoles, 21 de junio de 2017

La mudanza





   Perfumado del matutino aroma del obrador de la pastelera, y habiendo iniciado bien pronto, casi de noche, la jornada del lunes, al día siguiente de la última reunión de Carriazos, iba Marcial decidido a hacer lo que había que hacer.

   Con el rocío resbalando por cada superficie del valle, después del primer ordeño, y soltadas las vacas de la cabaña de arriba, se había encaminado hacia la casona con la Almiranta, y con otra vaca tudanca aún más tosca, de cuello ancho, y ancas traseras carnosas, casi tanto como las de un buey. Era una vaca vieja, que para leche poco o nada habrían dado por ella en la feria; pero aún daba leche y tenía aguante con los terneros de algunas otras vacas más finas y elegantes, que ni querían, ni debían criar... No se les deformaran las ubres, que luego apuntando de medio lado hacían ardua la tarea de encajarse en los caños de las ordeñadoras.

  Pero aquella vaca vieja había dado, y daba todavía mucho de sí. Y Marcial se resistía a mandarla al matadero. Había carniceros de la zona que le tomaban el pelo por ese sentimentalismo suyo.

   "Esos bistecs, y los chuletazos, ya no digamos, tienen que salir como los de un buey. Y para churrasco o un buen asao en La Fonda de Cristina La Corza, daba mucho la Clavelina." Así se llamaba la tudanca más vieja de su cabaña de tudancas. Tenía algo de vaca pasiega por parte de abuela materna, y su pelaje negro azabache tiraba a colorado, haciendo irisaciones casi moradas. Por eso se llamaba Clavelina. Vivía esta vaca en la cabaña de abajo, con las jersey y pasiegas haciendo de niñera, al parecer, de algunos terneros descalostrados, que había que cebar antes de vender para recría. Tenía por eso la Clavelina los pezones de la ubre demasiado largos y apuntando para afuera. A la Clavelina, en caso de que no hubiese terneros que tiraran de la teta, la ordeñaba Marcial con todo el mimo, y el calor de las manos.
Pero era la vaca más fuerte de las cabañas de Frailón, y se le podía cargar sin remilgo alguno.

   De eso que Marcial se acercara con ella en cabeza, y la Almiranta detrás, hasta la casona. Y allí colocando en buenos bultos, los menos pesados en la Almiranta, y los más voluminosos  y con mayor peso sobre la Clavelina, cargó Marcial de una sola vez sus pertenencias, y algunas más que sus hermanas le habían atribuido, posiblemente todo lo que las tasadoras del demonio habían considerado un estorbo. Y hasta alguna que otra silla, que de polilla nada tenía ninguna. Y la cama desmontada del abuelo Carriazo, donde falleció de aquella pulmonía que le agarró después de aquel infortunado rescate donde había salvado la vida a un imprudente, perdido un aciago día, en una ventisca. El cabecero lucía mucho por las taraceas, y aupa de la Clavelina fue encima de lo otro, con una de las mesitas. Y esto último lo hizo más por desbaratar los planes de sus hermanas, que porque necesitara más camas que la que ya tenía.


   Con la misma tiró para la cabaña más acondicionada en la que se guarecía por las noches, y durante el invierno, la más cercana al pueblo.

   _ ¿A dónde vas de mudanza Marcial?_ Le preguntó la pastelera a quien media hora antes había dejado un cántaro lleno de leche. Y casi media arroba de mantequilla fresca, a parte de 100 litros de yogur al estilo griego para hacer helado de yogur que se había puesto de moda. Y se lo pedían algunos turistas a Cecilia la del obrador. Aquel yogur fue siempre el secreto de Cristina la Corza. El que se trajo a su vuelta de Buenos Aires cuando allá emigro por los años veinte con su marido y recién casada. Y todo gracias a que convivió allá, siendo vecinas de patio,  con una turca, y con una griega y sus familias, y con ellas intercambió saberes, y conocimientos en vez de criticarlas por beber cuajada agria.
   
   Marcial hizo oídos sordos, más que nada por no entretenerse.  Pero Cecilia que se había molestado en salirse del obrador al verle pasar desde la ventana, siguió con el tema.

   _ Ya decía yo que raro era verte en el pueblo con la Clavelina. Últimamente, la Almiranta te vale y te sobra para bajar al pueblo los pedidos, que buenos paseos le das.

  _ No quiero que se la pase sentada, ni que se le retrase el parto.

  _ Para carreras saldrá la ternera que traiga al mundo._ Dijo la pastelera riéndose._ Pero para lechera, lo dudo. Mientras tengas fijación por las tudancas.

  _ La vaca más guapa. La que menos recursos consume. O ¿Crees que las vacas no comen y beben? ¿De que crees que se quejan todos los ganaderos, los que se olvidaron de ser agricultores primero? Con el precio que les dan por la leche no sacan ni para piensos, ni para pagar todo el agua que necesita beber una vaca de esas tan grandes. Es eso lo que no es viable. No sé cuando se van a dar cuenta. ¿Acaso te desatiendo yo el pedido? Y bien que te viene a ti esta leche, que buena fama tienen tus tartas de pasta quebrada, y tus sobaos.

  _ No se puede negar que es más cremosa y tiene mayor nivel proteico. Y esto último el que se machaca hoy en día en el gimnasio bien que lo mira cuando quiere echarse un placer a la boca. Y buenos análisis que me manda hacer el veterinario, y no tiene nada que objetar de la leche que uso para mis tartas y pasteles.

  _ A parte de los sobaos._ Insistió Marcial.

  _ Los mejores de la región gracias a tu mantequilla, y a los huevos que me baja tu hermana.

  _ Esas gallinas se alimentan de maíz que no es transgénico. Y que bien me ocupo yo de sembrar, como hicimos toda la vida.

    Hubo un silencio. Y en ese silencio le venían a Frailón los recientes recuerdos concernientes a sus dos hermanas Magdalena y Cristina, revolviendo en el sobrado de la casona y protestando de que las vigas que sostenían el tejado sirvieran también para acabar de secar las mazorcas. Que pusieran un estudio ¡no te fastidia! Para no estudiar nadie allá arriba. A no ser que quisieran que se les derritiera la sesera. Cada cosa para lo que es, pensaba el hombre.

   _ Ya que te asomaste_ le dijo Marcial a Cecilia, al fin y al cabo de sus más negras premoniciones_ quería decirte que a partir de uno de estos días, en los que entramos, va a ser El Cubano, o alguno de los que están con él quien te haga el reparto.



   _ ¿Pues cómo Marcial? ¿Te marchas en serio? ¿Acaso te marchas fuera de la región? Pues ¿a dónde?

   _ Marcial interrumpió la serie de preguntas de Cecilia, una mujer de unos treinta y cinco a cuarenta años, y de las pocas jóvenes que por allí quedaban, contestando tan sólo que debía pasar una temporada en el hospital. Era mentira pero fue lo primero que se le vino a la mente. Y en cualquier caso, vivía Frailón aquella crisis como unas circunstancias dignas de compasión.

   Y la lió. Y a los dos segundos ya estaba arrepentido de haber dado respuesta tan descabellada. Menos mal que tanto la Clavelina como la Almiranta se sabían el camino de sobra y ya habían tirado ellas solas para arriba. Luego tendría él que echar a correr detrás, palo en mano, porque a ver quién las descargaba una vez en el sitio.

   _ ¡Pues cómo! ¿No estarás maluco? Ya te veía yo últimamente cariacontecido...

   _ No es nada, mujer. Sólo una revisión.

   _ Y en cima te pones a hacer mudanzas._ Dijo ella volviendo sobre el primer tema de conversación, y como queriendo tirar de la lengua.

   _ La Josefina. Que tiene intención de pintar. Y le estorbaban algunas cosas.

   





    _ A veces entre los pasiegos, un pueblo por lo general apacible, pasan casos y cosas. Cosas como que un señor tranquilo, según se le conocía, coja un aciago día su escopeta, y se cargue a toda la familia y parte del vecindario por cosas como estas: pequeñeces, herencias, títulos de propiedad falsificados, lo mismo que legales, lindes, expropiaciones, impuestos, calificaciones de terrenos, derechos enajenados y reclamaciones sobre el derecho de paso.  Y es que entre los pasiegos, cuya actividad es ganadera trashumante, este último derecho es sagrado. Porque todavía nadie ha encontrado la manera de cambiar a los rumiantes de unos pastos a otros a través de puentes en el aire. Así que nadie te va a negar el paso por sus tierras. Sobre eso puedes estar tranquilo, siempre y cuando no te instales donde no debes.

   Y las peores guerras_ seguía Conce diciendo_ se dan siempre entre familia._ Hay algún familiar por ahí con quien no nos hablamos.

  _ No lo sabía yo eso. Dime quién._ Sólo Nenuco la estaba escuchando, mientras localizaba la señal de la televisión.

  _ Mi hermano Pascual.

  _ ¿Tiene usted un hermano y me entero ahora?

  _ Se casó bien gracias a Dios. Y por parte de su mujer, que era de por ahí_ hizo la abuela un gesto con la mano como indicando que ahí era bastante lejos como para no encontrarse nunca con ellos_ de  por cerca del Santuario de Valvanuz; Tienen bastantes tierras. Así que tu tío Marcial siempre tira a expandirse o para el Norte por Occidente o hacia la Montaña Oriental. Creo que también hay tierras incluso en las Merindades; pero de ir hacia Santander ni hablar.

  _ ¿Por no topar con su hermano?

  _ Por no topar con Él.

  _ Yo creí que había sido usted hija única. ¿Cómo es que se quedó con toda la herencia de sus padres?
Por aquí eso es lo que dicen. Que nació usted rica.

  _ Mi hermano me saca a mí más de ocho años.

  _ ¿Y vive todavía?

  _ Sí vive. Y cuando murió mi padre, que era yo pequeña, tenía él unos diecisiete. Pues, sólo a él se le ocurre marcharse a hacer la guerra, y sin tener ninguna obligación para más inri, dejando a mi pobre madre completamente abandonada. Y tuvo que tirar la pobre, sola para alante, con la única ayuda de los criaos de la casa."El pasiego siempre tuvo nación; Pero nunca patria" le decía la infeliz a mi hermano. Pero Él, erre con erre. Se metió a militar.

    Y seguía ella. Y como era ella La Cultísima de Luena, y haciendo honor al sobrenombre con que la bautizara su difunto marido, se enroscó en otro circunloquio.

   _ El pasiego se escaqueó siempre que pudo de la obligación de hacer la mili. Entre los trasmeranos era privilegio. Por eso algunas mujeres, las que querían hacer las cosas legales, se iban a parir a la casa de una prima o de una vecina, sobretodo cuando se calculaba por la luna que iban a tener un niño. Si la casa estaba ya dentro de la comarca de Trasmiera el crío se libraba por el privilegio real de no se qué rey, pero que es muy antiguo, de la obligación de ir a la guerra.

   _ Ahora ya no es obligación para nadie. Que para eso hay un Ejercito Profesional._ Dijo el Nenuco.

   _ "Trasmiera se defiende sola" Eso es lo que reza ese privilegio. Así que si les atacaran, tampoco el ejército español debería mover un sólo dedo por ayudarles. Pero con pasiegos y resto de montañeses, te aseguro que podrían contar.

  _ Dime abuela. ¿En qué siglo vives?
 
  _ En el que me da la gana.

  _ Ya, pero ¿qué paso con su hermano?

  _ Que mi madre le desheredo.

  _ ¿Cristina La Corza?

  _ La misma.

  _ Tendría que darle la parte del padre, o al menos la legítima.

  _ Se la dio. Pero de ahí, que nos dejáramos de tratar terminantemente.

  _ Le agobiaría la madre, como usted ha hecho toda la vida con Frailón...

  _ Vale, si tú lo dices.

   La abuela le dio una sacudida al periódico después de pasar hoja, para doblarlo a su comodidad, y hacer como que ya no estaba allí, evadiéndose de su vida familiar para sumergirse en los problemas del mundo.

   Cuando Neluco sintonizó de nuevo sus canales preferidos, se despidió diciendo:

    _ Así que hacia Santander, jamás de los jamases. Pues mire. Ya tengo curiosidad.


martes, 20 de junio de 2017

Una mujer y varios hombres.







     Era aquella la hora de la merienda para Jose Luis, una buena hora para zampar, habiendo remitido ya el calor. Como la mayoría de los montañeses que trabajan en labores físicas la comida del día o almuerzo debe de ser trasegada antes de las doce del mediodía. Y serían ya las seis de la tarde cuando Jose Luís entró para sentarse a la mesa de la casona.

   Posiblemente subiría sobre las cuatro de la tarde, después de la siesta, y habiéndose cruzado con la parentela que bajó toda en estampida, todos menos Rosendo, nada más comer y recoger.

    _ Bueno José Luis ¿Qué cuentas?_ Podía haber dicho Conce._ De momento, ya sabes, que aquí siempre hay para ti un lugar en la mesa._ Pero como si lo hubiera dicho. El pintor se acomodó lo mejor que quiso. Y símplemente Conce siguió leyendo el periódico, mientras este elegía el lugar más fresco de la cocinona para sentarse. Y el sitio elegido por J.L, dentro de un espacio de más de setenta metros cuadrados, fue justo al lado del Bogdan, un  posible nuevo pretendiente de la madre de su único hijo- Un chaval espabilado, aquel, por otra parte, otro nieto de Conce, el mayor de Josefina, y que estaba de beca de Erasmus en Alemania, aunque estudiar no estudiaba mucho, porque se había puesto a trabajar de camarero casi nada más llegar-.

   Sólo faltaba El Cubano.

   Rosendo, viendo venir la situación y temiendo una quedada de los ex de su hermana y de ciertos brand new suitors decidió que lo mejor era ahuecar el ala.( El inglés se le venía a las mentes a Rosendo como para hacérsele más llevadero, o de algún modo más moderno, un estilo de vida al que no llegaba a acostumbrarse, la nueva era, esta de oro, del matriarcado en todo su explendor.)  "Flamantes y nuevos pretendientes", traducido al español, Y haciéndose para él las circunstancias más violentas que al mismo Jose Luís, de quien su hermana pequeña se había separado cuando esta tuvo su primer lío con un croata de quien nació su hijo el segundo, fue recogiendo papeles.

   No tardó así en despedirse de su madre y Marcial- que a Josefina ni le dirigió la palabra- y en marcharse.



  Pero Frailón que estaba hecho a todos los líos habidos y de por haber de la Josefina, aún tomó asiento él también, y tuvo el detalle su hermana de servirle, con cierta consideración, a él primero, un tentempié. Porque si algún hombre era el jefe de aquella familia, ese era Marcial, por mucho que ella misma quisiera ponerse por delante.

   Fue entonces cuando Bogdán, rencoroso todavía con Marcial por lo del despido, se levantó y despidió de todos hasta el día siguiente.

   _ Que aproveche. Yo ya marcho.

   _ Ale. Adios.

    Conce ni siquiera levantó la vista del artículo que estaba leyendo.

    Sólo faltaba de pasarse por allí El Cubano, volvió a pensar Marcial, el padre de la Neluca. Porque del croata nunca se llegó a saber mucho. Y entonces, habría estado el trío completo, un trío para la diva, consentida y caprichosa de Josefina, que al amparo de la protección de su hermano mayor, parecía al menos, ya que con su cuerpo hacía lo que quería, y era la única dueña de su matriz, estar repoblando la comarca, por lo que solo por eso se merecía una medalla de las gordas.



    Sin embargo, pensó de repente Marcial, también podía ser que Josefina estuviera disfrutando de lo lindo, viendo y contemplando como cada hombre allí presente estaba absolútamente bajo su control, incluido el tonto de su hermano que creía de toda la vida el estar protegiéndola a ella y a todos sus vástagos, algunos con apellido exóticos incluidos, y para colmo varones, el  segundo de Josefina se apellidaba Kovaceviz, casi como su padre croata en españolizado, y el tercero Elfounti, igual que su padre, el marroquí que se encargaba de las tierras que Conce todavía poseía en los Valles Altos del Nansa.


   ¡Qué flemática sangre fría! ¡Cómo le estaban preparando el catafalco al que desde niño había hecho de hombre de la casa. En aquel momento, tenía Josefina al menos, a dos advenedizos en su bando, entre ellos al tonto de J.L de vuelta, que hay que ser subnormal.

    

  No se sabe si fue la pimienta del pincho espolvoreada sobre el queso fresco, o el rocoto que llevaban las croquetas de ají de gallina, receta también mestiza entre peruana y castellana, o seguro que posiblemente fueran los súbitos pensamientos, encontrados, que de pronto arremetieron contra el mismo pensante. El caso es que de repente Marcial empezó a ponerse rojo, y a sentirse tan incómodo, allí sentado a la mesa en la casa de su madre, comiendo, que arrepentido estaba de su bravata de haber tomado asiento.

   Aunque  la comida estaba buena, ¿No tendría veneno? 

   Daba igual. No le vendría mal hablar con el cubano, que por cierto, este aunque negro más que mulato, se apellidaba Machín, apellido proveniente de Cantabria. Si acaso aparecía, tendrían que tener una conversación aparte, él, Marcial Carriazo, con el cubano. Lo estaba viendo claro, o con el mismo Elfounti, que no sabía ni papa de español, ni pinta de aprenderlo. Aunque para cuidar de ovejas y vacas no lo necesitase. Claro que a este habría que ir a buscarle, y es que vivía como un asceta, en completo aislamiento. Y no lo llevaba mal. Era saharahui, y poco gregario sin embargo. No necesitaba ducha, y era sobrio con la comida. No lo llevaba nada, nada mal.

lunes, 19 de junio de 2017

El primer ex de Josefina



    Era un hombre del Barrio de San Pedro, cerca de Carmona. Bien proporcionado, pero bajito al lado de su hermana. En su juventud quizá no había carecido de atractivo. Tenía buenos rizos que ya pintaban alguna cana, y un color sanote difícil de suponer en un tipo que se pasaba media vida en el bar cuando no estaba pintando.
      Nunca se habían caído bien el Marcial y él. Y nunca llegó Marcial a averiguar si el no haber sido él capaz de mantener a aquel individuo alejado de su hermana, un tipo que por otra parte le doblaba a ella la edad, y no tenía donde caerse muerto... Si había sido más debido a la sed de rebeldía de su hermanita, y a su afán de llevar la contraria a todo consejo, o a la conocida persevernacia del Chato, como se le conocía también vulgarmente. Y es que nunca le habían faltado novias más guapas y más ricas que la misma Josefina. Y sobretodo para las extranjeras siempre había tenido mucho tirón  Aunque en aquellos momentos no tuviera ninguna y anduviera ya achacoso.


    Era difícil de convencer a una mujer joven de irse a vivir a Cabuérniga. Una vez había estado a punto de conseguirlo con una violinista irlandesa y otra con una germana amante de todo lo natural, que hilaba en su rueca, y  teñía los bellones de lana como si tal cosa, con hortigas, cochinillas, remolacha y otras cosas naturales que encontraba en el entorno. Y también cardaba, ya se sabe que unos cardan, y otros llevan la fama.  Un encantó de mujer  que acabó hartándose de estar recluida en la casa, y de tener que encargarse ella de todo, además de hilar, teñir y cardar, coser y cantar, como las hadas, huerto, gallinero, mientras él se pasaba la mitad del tiempo en el bar. La gota que colmó el vaso, fue el día que tuvo que ponerse también a ordeñar, angustiada como estaba de oír mugir a la vaca, la pobre desatendida mientras el amo estaba de tertulia cono otros parroquianos por su estilo.

   _ Ah_ dijo Marcial_ ¿Es que también a ti te habían invitado? Pues me parece que llegas ya tarde a la comida._ Y luego añadió mirando a sus hermanos:

   ¿Todavía necesítáis más testigos de mi quema? O ¿es que habéis pedido refuerzos?

  _ Yo vengo de pintar. He encalado también el gallinero._ Justificose el recien llegado._ Josefina me dijo que quería pintar. Y ¿cómo no voy a hacérselo si es la madre de mi hijo?

  _ Pues ya que no me has pasado en tu vida la manutención, ya puedes tener el detalle._ Dijo la aludida.

  Por cierto_ preguntó José María._ ¿Dónde está el rufián?
  _ En Berlín.
  _ ¿En Alemania?
  _ Sí señor. Ganando tres mil euros al mes de camarero.
  _ Pues mira, como esto siga así, que cada vez queda menos gente, y está esto más pobre...Igual también yo me voy. ¿Estará todavía la Hilda potable?

  _ ¿Quién? ¿Aquella novia que tuviste, que te sacaba la cabeza?

  _ Era muy buena chica.

  _ Pues sí. Hay que ser imbécil para haberla dejado marchar.

  _ A tú hijo no te pegues. Que ya sabes que pasa mucho de ti._ Aconsejó Josefina.

  _ Suerte que no ha salido tan flojo como la madre_ comentó Frailón._ Pero, por lo que tengo entendido, sí que es bastante pinturero, como el padre.

  _ Sin ofender Marcial.

  _ Este ofende a María Santísima. El amigo de los religiosos. Ya ves._ Dijo Conce, la cual ya había abierto su periódico, para enterarse de la desastrosa situación del vecino Portugal, donde medio país estaba ardiendo, y pereciendo en las llamas de una horrorosa tormenta,así llamada,de fuego. No estaba Neluco, que era el que conocía como funcionaba aquella dichosa antena, y la televisión se veía fatal.

  Soplaba mucho el viento sur aquellos días, y el aire era más sofocante de lo habitual por esa época.  aunque estuvieran ya próximos a la canícula. Josefina había estado bien pendiente de desinfectar a tiempo el gallinero para  evitar el piojillo que suele atacar a las aves de corral cuando no hay la suficiente limpieza. Era de agradecer que el tipo se hubiese molestado en acudir, dado el calor que hacía.

  _ Naturalmente que a Doña Conce no le voy a cobrar por el trabajo.

  _ Bueno, de momento. Siéntate a comer, que algo habrá.

  _ ¡Uf! Se agradece. Porque hace calor ahí afuera._ Suspiró el pintor. Y luego añadió:

  _ ¿Habría también una cervecita bien fresca?


Echando cuentas.




   Quedó claro, para quien de sus hermanos quisiera entenderlo, que el dinero obtenido gracias a la comercialización de los productos proporcionados por los aparceros de su madre, en condición de pago a cambio del uso y disfrute de las tierras, como eran la mitad de las distintas cosechas de legumbres y cereal, principalmente maíz, y leche en abundancia con todos sus derivados, servía entre otras cosas para pagar todos los impuestos. Que se obtenía, por otra parte, de vez en cuando en la feria, buen dinero por la mitad de las reses que nacían en las tierras de Conce, y que con eso se pagaba todo lo extraordinario de la casa. No carecía la casona de calefacción en ninguna pieza de la casa. Había tres baños completos incluido el de más servicio de la planta baja, tan amplio como una suite, el cual había sido construido en uno de los antiguos edificios anexos a la casona, una especie de adosado dedicado antiguamente a la preparación del chon, y que tenía incluso su propia chimenea, donde en el pasado se habían ahumado los buenos chorizos resultados de la matanza.

_ ¿Qué necesidad hay de encender el lar si ya hay calefacción?  _ Solía protestar Conce cuando su hijo Marcial exigía al Neluco que lo mantuviera encendido, y que se ocupara de que allí en la casona no faltara leña. Que lo que sobraba era madera a patadas alrededor de la casona, y que había que mantener las zonas arbóreas a raya, a parte de que se ahorraba queroseno.

   _ No falta internet, ni un ordenador para cada uno de los chavales que lo necesita. La Josefina tiene coche, aunque sólo lo use para figurar._

   _ ¿Acaso no necesito yo el coche para ir fuera a trabajar, cuando por ejemplo, me llaman de la estación de eskí?_ Protestó ella.

   Marcial no respondió. En vez de eso, a enumerar se puso uno a uno los servicios y productos de consumo que había en la casona. Y luego le preguntó a Rosendo si se debía algo.

   _ Aquí están las cuentas._ Le respondió su hermano el segundo.

   Esta continuación de la conversación pendiente fue ya a la hora del café. Todos los foráneos habían marchado, menos el Rosendo.
 
  _ Sí. Ya veo. ya te veo con los libros y todos los títulos de propiedad de Madre.

  _ Yo solo sé que madre viviría mucho mejor si viviera en un chalé y se vendiera la casona. Y no tendría que mantener a tanto chupón y chupona._ Aquí dejó caer su mirada de soslayo sobre la Josefina que estaba recogiendo el lavavajillas y preparando el café de después de la siesta de Conce.
   También es cierto que antes de marchar todas las mujeres, a parte de la vieja, habían ayudado a recoger. Cristina había fregado, a parte de la paella, cacerolas, y sartenes; todo lo gordo. Y Magdalena los platos y fuentes que no habían entrado en el lavavajillas. Platos y fuentes que Emilia secó con esmero y había dejado de nuevo luciendo en su sitio dentro de la vitrina.

   _ Una pobre viuda. Eso ha sido tu madre desde que tu tenías diez años, y yo doce. ¿De que se puede quejar esta mujer, "La rica" "La cultísima de Luena" La misántropa que jamás se trató con un vecino  de igual a igual, y todavía está resentida con ellos porque no te votaron a ti para alcalde cuando te presentaste ¿cuando fue? ¿aquel año que el PP arrasó en toda España, y eso que ibas tú aquí de cabeza de lista?

  _ ¿Qué sandeces dices tú ahí?_ Protestó Conce.

  _ ¿Eso qué tiene que ver ahora? _  Preguntó Rosendo muy serio.

  _ Y de mí_ continuaba Frailón, haciendo caso omiso de las protestas, y sumiéndose en un monólogo de los suyos._  De mí, que trabajo y toda la vida trabajé en lo más humilde, y que tuve que quitar piojos y mocos a mis hermanos cuando ella, "La rica" quedó viuda, y rascar el rabo de la vaca que nos quedaba en el establo,  la de casa que decíamos, y quitarle la plastaza seca del pellejo.... De mí se avergüenza la Señora, la "Cultísima de Luena" como la conocen por los pueblos de alrededor otros terratenientes de la zona, tanto o más ricos. Pero no tan pedantes.

  _ Por favor Señor Marcial. Aquí por lo que yo veo, nadie le está faltando a usted. A la gente hay que tenerle respeto, y más a una madre._ Dijo Bogdan, desde uno de los bancos que rodeaban el lar, y donde estaba más que sentado, arrellanado. Y a lo visto debía de estar muy a gusto cuando también se había quedado para el café.

   Rosendo le miró con extrañeza de que se metiera en asuntos que le eran ajenos. Pero no dijo nada.

   Marcial, que le conocía mejor, consideró que el papel de mediador estupendísimo, le iba al rumano que ni pintado, ya que no tenía ni arte ni parte en el asunto. Pero debía de estar medio comprado y se había crecido últimamente mucho con los arrumacos de la Josefina. Se reía Marcial imaginando el día en que ese tendría que salir de estampida de la casona. No conocía todavía a la moza, como tampoco la moza le conocía a él. Vamos, que el día que se entere mi hermana de que el elemento está casado en su país y tiene cuatro hijos, aquí arde la pólvora.

 

_ ¿Qué hay de la casa?_ Dijo una voz aguardentosa, inconfundible, de fumador empedernido, detrás suyo. Y un nicotinoso y apestoso primer ex de Josefina, asomó por el portalón.


Luchando solo





    _ Espera un momento_ dice Rosendo._ Antes de que te vayas quería comentar algo contigo.

     Los praos de Madre se van a poner a renta. Se ha decidido.
 
    _ ¿Quién lo ha decidido_ Pregunta él.

    _ Lo hemos decidido entre todos.

    _ ¿Lo ha decidido madre?.._ Sin  dejar responder si quiera a la aludida, Marcial quiso explicarse así:

    Esos praos, la mitad de ellos los han llevado aparceros de toda la vida. Y la otra mitad, a medida que yo me fui haciendo con tierras propias, también.
 
   _ Pues que hagan como tú. Y compren.  Pero si no quieren irse, o compran o tendrán que pagar una renta. Porque ya no son tiempos para pagar con viandas y cabezas de ganado.

   _ Pues yo te aconsejo, ya que me has dicho que me quede para hablar este tema, te aconsejo que dejes la cosa como está. Que ya hay quien está teniendo que pagar para que le sieguen, después de que algún ocurrente decidiera echar de sus tierras al pastor.

    Quedó Rosendo pensativo unos segundos.
   _ Vale._ Dijo al rato._ En cuanto a las cabezas de ganado al único que le ha beneficiado es a tí, que para algo has sido el tratante de Madre en la feria. Y no te ha ido mal, que te has hecho de buenos rebaños, y buenas cabañas. Creo que sólo te falta poner una granja de cerdos.

   _ Si me ha ido bien en esto, será porque me he pasado la vida trabajando en esto. Tampoco a ti te ha ido mal en lo tuyo.

   Además, ¿de qué demonios estás hablando?_ Bramó de pronto Marcial._ Quien mejor precio saca en la feria de las recrías es menda. Quien negoció los suministros de leche fresca diaria proveniente de la cabaña de Madre con la Fonda, fue menda. Yo proveo con mis vacas al Cuevanuco por un lado, y por el otro a la pastelera, y por el otro a la heladería Los Glaziares de Cóbreces, lo mismo que a los albergues del peregrino del Camino, los de esta zona, y a los mismos benedictinos. Pero yo cumplo. Ahora aquí, lo que hace falta es que los demás cumplan tembién, y que no me tenga que decir a mí el Andrés, que la entrega se la están haciendo un día sí y otro no, cuando no se le pierde la leche ¡porque alguien se la está desnatando!_ Y de esta que con la mirada que echó a su hermana pequeña, casi la atraviesa.

   No dándose por aludida, contestó la Josefina, mientras sorbía un espárrago, que menudo estaba hecho el Andrés, el que llevaba la Fonda de Cristina. Y añadió que estaba deseando que venciera el arriendo. Y que de renovar ya podía olvidarse semejante mentecato.


 
   _  Trabajar trabajas, Marcial. Eso nadie te lo quita. Lo mismo que para tener ideas de como darle salida al producto, no hay nadie como tú.

   _ Cada uno mira por lo de él._ Dijo Marcial. Y añadió.

    A madre le dije lo de la Cooperativa Ecológica del Cuevanuco, y prefirió seguir, con lo que era seguro, según ella, con la central. Y que con el cuento de que hay excedente, y de que tienen que bajar precios ante la competencia no le pagan ahora al ganadero, ni para cubrir precios. Hay quien no saca ni para piensos. Y muchos, la mayoría de los que van aguantando, lo están haciendo con vistas a jubilarse. ¡El futuro es dramático en este sector! ¿Qué me vas a decir? ¿Lo que ya sé?

   Marcial,  arrebatado de desesperanza y un nerviosismo activo, que era como el hombre bregaba con la ansiedad, volvió otra vez sus pasos para el portalón. No necesitaba a nadie que le deprimiera aun más. Si el Rosendo quería hablar con él, para obtener sólo sus parabienes, que hicieran lo que les diera la gana.

  _ Hay quien se ha limitado a esperar subvenciones._ Pero sin salir del todo de la cocinona, y al tiempo que Rosendo se levantaba para insistir en que debía quedarse a comer con ellos, y hablar, Frailón encerrose en sus propias reflexiones._Pero en el campo hay que trabajar cada día, tengas subvención o no. Acuérdate del Albarcas, del nieto. Que mayor vago no se ha visto. Todos los terneros y terneras que tiene son cruzados. Al parecer, se venden mejor para recría. Coge una subvención para recuperar el ganao de la zona. Se lo gasta en vacas toscas, y de las que gustan a los carniceros, y para de contar. Y que sólo pacen. Que se cree el que se cuidan solas. Y los tres terneros que nacieron el pasado mes de marzo, que parieron las vacas ellas solas,y como pudieron en el mismo monte, se los comieron los lobos. Y menos mal que llegó menda, que si no se comen también a las madres. No tiene ni perros para cuidar el rebaño, por no tener que subir a darles de comer.
El trabajo del pasiego, como el del campurriano, o el trasmerano. o cualquier montañés ha sido toda la vida a base de pierna y brazo. Buenos praos tenía el padre del Albarcas al lado de la carretera, y ni siquiera se sacó el carné de conducir.

  _ Y ahora a qué viene hablar del Albarcas.

  _ Pues que ahí tienes uno que vive como Dios, y que nadie se mete con él.

  _ Será que él no se mete con nadie._ Dijo el Rosendo._ Tú lo que no puedes es obligar, por ejemplo, a la Josefina, que es la única de los hermanos que queda aquí, a que siga viviendo como vivían nuestros abuelos hace dos siglos, y de una industria que es deficitaria a todas vistas. Ya nos ha dicho que menudo numerito la armas el día que por lo que sea, no le da tiempo de fregar los cántaros.

  _ ¡Son los de madre! Los cántaros de mi explotación los fregamos el Neluco, que para eso le pago, o yo.

  _ ¿No pretenderás que se ponga Madre ahora, a fregar cántaros?

  _ ¿ Pues no tiene ahora un buen criao, que yo le despido, y ella le vuelve a tomar.? Y que papar ya veo que papa bien.

   El rumano que era el único que estaba comiendo, dejó de comer en ese momento, y quiso hasta dar una réplica y meter su cuña en la conversación. Pero desistió visto que la misma Conce, la madre, decidió intervenir.

 _ Explotar al chaval, eso es lo que harás tú.

 _ ¿De quién hablas?_ Preguntó Marcial.

 _ Pues de mi nieto. ¿De quién va a ser? No hablabas tú del Neluco, que te friega, y coge la trincha si hace falta.

   A Gelito, el rubio de la familia se le subieron los colores. Y  Emilia, su mujer, que paciéntemente sacaba las espinas de una dorada ayudada de tenedor y paleta, ya estaba arrepentida de haberse sumado a esa segunda comida familiar. Al fin y al cabo el patrimonio de los Carriazo, de la familia de su marido, poco le importaba. La mitad de las tierras por las que se había empezado esa discusión, ni aún regaladas, las tomarían la mayoría. ¿Qué podían valer? Tres cuartas partes de Cantabria se estaban yendo a monte. Y a ella ¿qué podía importarle? Si vivía en lo mejor de Salamanca. Sus amigos estaban entre el elenco de la Universidad. Y sólo soñaba con ciertas vacaciones en la Riviera Maya, vacaciones que podía permitirse cada dos años.

  _ Yo quisiera comer en paz._ Dijo Conce._ Tú Rosendo ¿Para qué le entretienes justo ahora que se iba con viento fresco?
 

sábado, 17 de junio de 2017

¿Fracking o casa rural?





   A no ser que quieras poner peor las cosas... Pues eso, pues eso. Ya que no vives ahí ¿qué necesidad tienes de indisponerte con todos? _ Tus hermanos ya lo tienen todo bien pensado._ A Tomás, y al Julián, los aparceros que le quedan a tu madre, de los siete que tenía, ya les han dicho, que si no quieren comprar las fincas, que se busquen otras, que van a echarlas a monte, y que no les importa._ Lo que es la ignorancia._ Estas tierras, y estos praos no son  para explotación maderera. Son demasiado escarpadas para meter maquinaria. ¿Quién les iba a comprar la madera? Sólo un loco ignorante se metería a serrar árboles en las paredes de una quebrada._ No ha habido pocos que se han matao._ Eso lo único que va a traer es incendios, y como se sigan abandonando más praderías igual te arde Cantabria entera. Mira lo que te digo._ Hay intereses del Gobierno de Cantabria para que estas tierras se abandonen._ ¿Has oído hablar del fracking Marcial? _ Sí lo he oído_ Oye: ¿Y no tendrá el Rosendo acciones metidas en REPSOL? Ese es muy listo._ Lo tiene claro el Julián que decía que el no abandonaba los praos a no ser que le dierais buena indenización._ El que tuvo suerte fue el cabrón de Pascual. El tipo ese  siempre ha tenido suerte. Acuérdate que con los millones que le dieron los del Palacio  se fue a Medina del Campo y se montó buen negocio el tío._ Algo así querrán montar las tus hermanas, o un albergue, o un hotel rural, alguna ostia de esas. Ya te lo digo_ Pero eso fue en los setenta, lo del Pascual. Esa ley ya cambió hace años._ Al Tomás y al Julián les da igual. Lo que sobran son tierras ahora, y cabañas vacías, incluso buenas casas que se están cayendo.



    Le silbaban a Marcial todavía en los oídos, después de una semana entera, las conversaciones de la tasca y de la fonda. Ya no recordaba las veces que había jurado que no volvería a pisar la casa que le vio nacer. Y estaba claro que su madre debía de estar tan deseosa de perderle de vista por su verbo violento y sus modales de ogro, tanto como él de volver por allí, y menos a la vista de todos. Pero volvió.

   _ Está el portalón que no se puede ni entrar._ Esto es lo que dijo en vez de dar los buenos días.
   _ Tienes hasta mañana para llevarte todo lo que te de la gana. Yo ya he hablado con los de Reto, y si hay que pagar para que se lleven toda esa porquería se paga._ Y este fue el ultimatum por boca de Magdalena nada más verle.
   _ Ya estamos._ Protestó.
   _ Dejemos la fiesta en paz._ Dijo Rosendo.
   _ Menudo favor que te han hecho envolviéndolo todo. Así que espero que a quejarte no hayas decidido venir por aquí._ Dijo su madre mientras muy ufana iba sirviendo la mesa, a la que estaba sentada toda la segunda generación Carriazo- Entrembasaguas casi al completo, rumano incluido.

   _ Y lo que no es mío también está ahí fuera, en cajas. Los libros a mí no me importa llevármelos todos, aunque no sean míos. Seré el único de la familia que no tiene carrera, pero siempre fui leído. Todo lo que estorba, todo lo que estorba a la pira._ Canturreaba.
   _ Si estorba ¿porqué lo tiene que tener madre?_ le contesta Cristina Cara de osa. Así la llamaban cuando era niña, porque siempre parecía que estaba enfadada.
   _ Pues porque toda la vida ha estado en esta casa, aunque sean ya cosas que no se usen. Pero nada, no pasa nada_ siguió Marcial con el retintín._Todo a la misma saca, hasta el Neluco, que veo que no está por aquí. Ese también dicen que es mío.

    La discreta Emilia es la única que se pone colorada._ Y casi se atraganta con una alcaparra que tenía el  pincho de queso fresco de la casa con su toque de pimienta espolvoreada. Lo que le hizo pasar a la pobre un mal rato. Le entró la tos más involuntaria de todas las toses.

  Pasada la tos y el susto Conce se sentó también a la mesa. Miró a su alrededor hecha pasmos y respondió a cerca del nieto que se echaba en falta.
   _ Pues no sé. Porque estos días le ha dado por no asomar por aquí._ Respondió.


   _ En fin_ sonríe Marcial divertido y distanciándose al tiempo de todos ellos._ ¡Vaya Madre! Lo que no consigue el cielo, el diablo lo hace, cuando los de un mismo parecer se juntan. ¡Menudo ramillete! ¿Hace cuántos años que no tenía a todos los hijos sentados a la mesa? Yo se lo diré. Si no han pasado veinte años no ha pasado nada.

   _ Pues sí_ dice su madre cantarina._ Y agradecida estoy a Dios por ello, de verlos a todos con salud y bien establecidos._ Y luego añadió irónica:
   Aquí todos tienen su casa y no necesitan venir a la mía a armar jaleos, a insultar, a ofender, y a comerse media alacena cada mañana.
  _ Ya ha oído a su madre_ añadió el rumano, sañalándole la puerta con la mirada, y despertando el tipo los más ocultos e inconfesables instintos xenófobos de Frailón. Pero Bogdan ni se percataba de esa aversión mutua, y degustaba uno de los pimientos rojos con anchoas de Laredo que había en una fuente en el centro de la mesa, después de haber apartado con el tenedor el tomate de su ensalada en una esquina del plato.

    A Marcial le resultó repugnante su aptitud porque no le gustaba la gente tan elegida. y se preguntó si alguno de los otros presentes había notado aquella señal en el rumano, que con el gesto de su cara había ido directo a él. Porque terrible sería confiar en un  criado de esa calaña, de los que disfrutan de la quema del primogénito de la casa que le acogió.  Le vinieron a las mentes las historias que tantas veces le había oído contar a su madre de la Guerra Civil, de como eran forasteros siempre, incluso algún "ruso" quienes lideraban las bandas de linchamiento, y calentaban, con bebida a trapo, los ánimos de los descontentos para ir a por los humildes y amedrentados terratenientes que trabajaban como el que más.


  _ Gracias por la invitación esta vez._ Era verdad que Gelito y Rosendo le habían llamado, los dos._  Pero solo quería venir a ver el cuadro._ Dijo para terminar el párrafo. Y luego añadió dirigiendo unos muy finos venablos directamente a la diana de su madre:

  _ Pero si lo que quería era tener a sus hijos unidos, tampoco esta vez lo va a conseguir. Porque yo ya he comido. Y por cierto, veo que no hay más sillas. Ese tipo, por ejemplo_ dijo por Bogdán- se ha sentado en mi sitio.
  _ Mira que eres malo- dijo Conce._ Hay sillas de sobra.

  _ Pregúnteselo a Magdalena. Todas las que no eran de su gusto están apiladas en el portalón- que no sé si quiera si lo ha visto usted_  envueltas en plástico de embalar, lo mismo que alguna que otra cama desmontada. A ver quién se va a llevar todo eso.
  _ Todo eso se va a llevar a restaurar. O ¿quieres que se lo coman las polillas.
  _ Por ahí van diciendo que la Cristina y la Magdalena junto con Josefina tienen la intención de abrir en la casona un hotel rural. Así que tenga cuidado con ellas Madre. Porque tenga por seguro que el trasto viejo que aquí más les estorba es usted. Eso de sobra lo sabemos. Y de malo nada, que lo que digo es verdad. Vuelva usted a leer Las Hijas del Rey Lear. Ahí tiene usted en la librería las Obras de Shakespeare. Y  si no lo han echado también a la saca ahí estará. Y ¡ale! Que ahora voy a ser bueno, que os dejo a todos, aquí,  muy a gusto, y poniéndome a parir.


viernes, 16 de junio de 2017

Una puertona nueva.

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   Josefina ya se estaba poniendo de los nervios. Callada como un sieso se fue a la cafetera. Sirvió una tazona con dos dedos de café. Abrió la nevera. Acabó de llenar la taza con leche. La calentó en el microondas mientras cogía un currusco de pan, Y con la misma, como era ya hora de la merienda, se lo sirvió todo a su madre. Y  menos mal que Marcial decidió hacer cuenta de que su madre no estaba allí, porque si no no acaban la conversación.  Y ya iba siendo hora de resolver aquel asunto
.
  _ Sangre_ explicaba Marcial aprovechando que su madre estaba sorbiendo sopas_ por lo que a mí me costó apencar con tanta matrícula y con tanta órdiga. Y arena por la arena en la que tú te rebozabas en las playas tan guapas de Santander Capital.



       La Josefina se reía arrogante.
    Con la mano en una cadera y el antebrazo derecho apoyado en la otra, y sus cinco vasos bien engarzados, uno en cada dedo de la mano derecha... Y aquel delantal blanco sobre la ropa negra, le recordó a Marcial su hermana, el retrato de la abuela, de Cristina La Corza, retrato que se quedó decorando el comedor principal de la fonda del mismo nombre. Él quería a su hermana pequeña, posiblemente más que a los demás. Porque es el roce el que hace el cariño. Pero ¿No se daba cuenta aquella orgullosa de familia venida a menos, y llena de fantasía, y a la que le gustaba trabajar tan poco, que aliándose con los hermanos que no vivían allí, con ellos, no estaba más que echando piedras a su propio tejado?



  _  Y nos costó a la familia lo indecible enderezarte y ¿Para qué?_ Proseguía_ ¿Para este resultado?... Que te tiraste casi diez años en Santander viviendo la vida loca mientras tenías un hijo y luego otro...
  _ ¿Has terminado?_ Preguntó ella muy educada.
  _ Sí. He terminado. Esos quesos quedan ahí apurando en la artesa.
  _ Pues muchas gracias. Los cuatro que hiciste ayer se los han comido entre Gelito y Emilia.
  _ Ya. Ya sé que le gusta el queso fresco de aquí, porque no tiene sal. Y es fresco de verdad.

  _  Bueno, pues eso. Volviendo al tema._ Dijo la jefa,_ Tienes un día para llevarte todas tus cosas. Porque Rosendo ya ha llamado a los de la verja.
  _ ¿Que Verja?
  _ Pues que vamos a cerrar la entrada, para que el patio quede cerrado. Y no pueda entrar cualquiera.
  _ Y ¿cómo va a ser el cerrao?
  _ Si te parece con cuatro somieres, como los de La Pelada. Pues va a ser una puerta de esas correderas, y que se abre sólo por medio de un portero automático.
  _ Y ¿Si se estropea el portero o no hay nadie en casa para abrir?
  _ También se abre con medio mecánico, Hombre.
  _ Eso espero.
  _ Y a ti, de todos modos tiene que darte igual. Porque tú no vas a tener llave de la puerta.
  _ Y ¿Quién lo dice eso?
  _ No lo digo yo. Lo hemos decidido todos los hermanos. Tú en esta familia ya no pintas nada. Que te has atrevido a amenazar hasta a tu propia madre.


  _Pero ¿qué dice esta mujer? ¡Madre!_ Clamó Marcial buscando el apoyo del principal testigo y el auxilio materno a un mismo tiempo._ ¡Hable usted Madre! ¿Cuándo le he amenazado yo a usted?

  _ No lo sé. Tú sabrás._ Respondió la menos parcial de los seres vivos sobre este planeta tierra. Y levantando la vista del artículo que leía con sólo un ojo, mientras se tapaba el malo con la mano, sacudía de nuevo el periódico lleno de migas del pan que se acababa de tomar con su café con leche  de media tarde.



   Desesperado Marcial por segundos, que sólo a él se le ocurre volver por la casa materna, no habiendo sus otros hermanos más que levantado el vuelo.... Desesperado va y dice:
  _ ¿Que yo la he amenazado a usted?
  _ En más de una ocasión. Que están los niños de testigos, las pobres criaturas...


  _ ¡No! ¡Si lo tenía que haber hecho!
  _ ¿Cual? ¿Amenazar?_ Dijo la Josefina.
  _ ¡Qué amenazar! ¡Haberme llevado a todos por delante sin haber abierto la boca! ¡Qué mejor ocasión tenía, estando todos aquí reunidos! ¡Hasta el rumano! Ese vago del demonio, que no es quien ni de hacer el queso con la leche que sobra. ¡No! Si de la calle vendrán que de casa te echarán. ¡Yo de verdad que alucino!_ Bramaba Marcial._ ¡Alucino, alucino, y alucino!

  _ No se ha visto cosa igual. ¡Hay que ver la manía que le tiene este hombre a toda la familia! ¿Qué le han hecho sus hermanos? Y ¿ el pobre de Bogdán...? ¿A qué tiene que meter a ese pobre en esta historia?_ Rezongaba Conce._ A ver, ¿Qué te han hecho?

 _ Que qué me han hecho dice.... Pues de entrada ¡Calumniarme y defrenestarme! ¡Todos,  al completo!
Me están echando de la casa de mi madre, de una casa, en la que por cierto no vivo...
 _ Pues eso._ Decía Josefina.
 _ Pero es que ahora con esa portalona que están diciendo que van a poner...
 _ Ya está encargada._ Corroboraba Josefina.
 _ Es como si me echaran de su casa. No sé si lo entiende. ¡Que no voy a poder venir ni de visita!

  _ Aquí, que yo sepa nadie te está echando._ Decía Conce sin la menor señal de preocupación, y sumida como estaba en lo escrito por su columnista preferido, se quedó tan tranquila.


  _ Le voy a decir una cosa Madre. No sé si se ha dado usted cuenta de que no voy a poder venir más a su casa..._ A Frailón le empezó a entrar la sed._ Su madre no le contestó.

   Y el se marchó directo a la tasca. O no, mejor a la Fonda_ pensó_ donde La Corza. Y quizá allí, el espíritu de su elogiable difunta abuela le sirviera de alguna inspiración,  o al menos le brindara algún consuelo, aunque fuera sólo por los viejos tiempos.

Y en mi casa a calderadas I




   
     Se le había hecho a Marcial algo tarde para hacer queso con el excedente de la leche de las vacas de su madre. Que el rumano pasaba, y lo entregaba todo al cupo. Y ya había discutido con él, que lo que era excedente no se entregaba, ni se les regalaba a esos buitres de la central un cuartillo de más, que no lo pagaban, y aún se arriesgaban a que les bajaran más el precio.

    Por eso había corrido cuesta abajo, después de haber dejado listo lo de su cabaña, a preparar lo de la casona, antes de que Josefina vaciara los dos cantaros sobrantes por la baza.

   De eso que se apresurara a hacer el fuego en el lar y a sacar la ollona, antes de que Josefina volviese a acabar de recoger el comedor. Estaba su madre echando la siesta en su chaise long. Que como siempre se había quedado dormida en cima del periódico.

    Y llegó la Josefina y allí se le encontró, al Marcial con las manos en la masa. Gracias que la cuajada ya estaba lista, que la temperatura y el clima de esa tarde de primavera lo favorecía todo después del último ordeño.



   Sí. Allí estaba él, el hijo mayor, actuando con alevosía por el bien de la casa. Y allí mismito fue sorprendido, sudando en gordo. Se habría agriado la leche nada más entrar la Josefina, sin necesidad de haberla cortado con cuajo, barruntaba el hombre, que veía que se le venía el tiempo en cima, aunque todavía no era de noche. Ni vistas de oscurecerse tenía ya que todavía no estaban en la semana de San Juan.


   Y de momento, Josefina, solazándose en ese momento de dar la puntilla, se puso muy parsimoniosa a ir recogiendo las copas y vasos de la mesa- labor delicada- de diez en diez. Que de eso presumía ella, de hacerlo mejor que ningún hostelero profesional, que para eso era la única de las hermanas que había heredado los dedos largos de La Corza, y no los de una humilde pasiega carga-cántaros: 
dedos cortitos y palma larga y ancha, como los de Magdalena.

   Por eso, en su disimulo, hacía como que no quería darse por enterada de  que Marcial estaba a más de diez metros de ella vertiendo la leche de la ollona en los moldes que tenía allí dispuestos en la mesuca, bien blanca, que la solía fregar ella con lejía,  de pino basto, y donde también se solía apoyar la artesa cuando a Madre o a ella misma les daba por hacer pan, o galletas.

       Y por eso tardó en hablar, hasta que habló.
   _ Tú, a partir de este día de hoy, ya puedes ir recogiéndolo todo ¡Y manta!

     La madre desperezose de la siesta en ese momento, como no queriéndose perder el circo.



   _ Pero ¿ es que me va a mandar a mi, la pequeña de los Carriazo, la monicaca, la pequeña de la saga, sólo porque consiguió una diplomatura en Empresariales?_ Saltó Frailón, el cual ya llevaba más de lo humanamente permitido sufriendo aquel suspense en silencio._  Sangre y arena...

    _ Se dice "sangre, sudor y lágrimas"._ Corrigió su madre. Esa es una famosa frase hecha, acuñada por Churchill en la segunda guerra mundial. que les dijo a los ingleses-
   _ Déjale terminar Mamá. Que diga lo que tenga que decir, y que se largue viento en popa.
   _ Esa también es otra frase hecha- quiso añadir Conce. a quien, a la vista estaba por su tranquilidad, la reunión de familia y la siesta, no del todo interrumpida, le habían sentado bien.
  _ ¡Mamá cállate! ¡Por favor!_ Exclamó Josefina, deseando como estaba en, enzarzarse con Frailón y, darle el capotazo final.
  _ Yo diré con el permiso de nuestra señora madre, la cultísima de Luena: "Sangre y Arena", que creo que es el título de una famosa novela de Blasco Ibañez. Que lo corrobore nuestra madre.
  _ Menudo esperpento el Blasco Ibañez. Donde esté la Pardo Bazán, o Jose María Pereda...

   A ver:
   ¿Porqué nadie aquí en Cantabria se acuerda de José María Pereda, y pone su lectura obligatoria en las escuelas?_  Saltó la doña, mientras doblaba otra vez el periódico que acaba de estirar hacía un segundo, y lo posaba en el halda.

En todas las casas cuecen habas...





   _ Esto también. Que no sé qué hace tanto trasto en el pajar. Y esto también. Ahora ya se puede coger sin ningún cuidado. Sólo a un imprudente se le ocurre guardar un dalle oxidado del año de la tana. _ La médico alarga su brazo delgadito y fragil, y coge la guadaña bien envuelta en plástico de globitos.

    En ese momento, rubia, pálida, descolorida y vestida de blanco, parece el espíritu de la misma muerte tal y como se la representaba en la Edad media. Sólo le faltaba la guadaña, y curiosamente ya tiene una.

   La luz que cae por el hueco de la escalera desde el balconuco del pajar envuelve a Morelia en un resplandor extraño y frío. Y entre el brillo mate del plástico y las ropas que lleva del modelo de mañana de verano, más sus tacones agudos, montados sobre plataformas, de más de ocho centímetros... Todo hace preveer la peor de las catátrofes.



   Cristina está acabando de envolver con plástico de embalaje otras herramientas cortantes como una tijeras enormes de podar. De esas que requieren buenos brazos de parte del usuario. Y hasta el hachón cuyo mango  es casi tan largo como la altura de la polaca.
 
   Magdalena, alta y buena moza, se adelanta remilgada a coger el hachón._ De verdad. Que esto parece una película de terror. Menos mal que no hemos traído a las niñas, Cristina._ Dice. Y con la misma viendo que su hermana se esmera en afirma el plástico de embalar con hilo de bramante, le pasa la cinta de embalaje._ Usa la cinta, que acabamos más rápido.

   Este gabán que parece una tienda de campaña, ¡Si está hasta enmohecido! ¿Y estas botas horribles que pesan un quintal cada una?_ Exclama y pregunta al mismo tiempo, al poco rato después de haber apoyado el hachón en una esquina, Magdalena.

   _ Me parece que es de Marcial, de cuando solía ir a pescar el salmón._ Responde Cristina.
   _  A la bolsa._ Dice Magdalena tajante.
   _ ¿Qué bolsa?
   _ Ese saco. Todo eso de ahí dentro es para tirar. ¿Pero tú has visto como están estas botas? ¡Llenas de telarañas por dentro! ¡De aquí pueden salir hasta gusarapos! ¡Ag! ¡Que me muero! ¡De verdad que me da algo!
   _ Lo dejamos si quieres._ Dice Cristina, la cual sabe a ciencia cierta que en el desván no hay ningún tesoro que la interese a parte de dos o tres lámparas vintage.  y para restaurar. Quizá aquella tan grande que había en el comedor de la Corza, cuando la fonda la llevaba todavía la familia...
   _ ¡Qué vamos a dejarlo! ¡Qué vamos a dejarlo!_ repite Magdalena como loca. La cual ni se ha dado cuenta de que ya tiene varias telas de araña alrededor de su cuerpo. Una en el pelo, y otra rodeándole una pantorrilla. Menos mal que se ha puesto los leggings.

 
   _ Eso no es mío._ Dice asomándose a la puerta del desván,  Marcial, que les ve todas las intenciones,  Y sí. Ya se ha percatado de todo lo que está ocurriendo.

  _ Pues ¿De quién es?_ Espeta la Magdalena echando todos sus morros hacia adelante, y quedándose con una sonrisa tan cínica, que parece querer clavar los dientes a alguien.
  _ De un amigo._ Contesta Marcial.
  _ ¡No hay aquí pocas cosas tuyas! Y de ese sobrino que dicen que es tuyo..._ Contesta ella.
  _ Entonces será tuyo también._ Contesta él.
  _ Eso habría que demostrarlo. De momento es tu protegido, que yo sepa.
  _ No necesita el Neluco que le protejan. Pregúntaselo a su padre. Mira. Que creo que anda abajo con madre.
  _ Psss. Tengamos la fiesta en paz. Que siempre tienes ganas de líos.

  _ ¿Quién tiene aquí ganas de líos? Viene la tía esta-
  _ ¡Yo no soy ninguna tía!- cada tres años como el huracán... Y me dice que yo tengo ganas de líos.

  _ ¡Este tío acaba con mamá! ¡De verdad! ¡Acaba con mamá! Ya te lo digo Cristina.

  _ El capote y las botas, y todo el equipamiento de pescar es del practicante. Así que mejor no lo tires. Que ha sido tu madre la que se ha ofrecido para guardárselo aquí. Lo mismo que las dos o tres, no me acuerdo, caonillas, que tu hijo, y algún amigo suyo, usan para bajar el Sella.  Ni aunque se rompieran un día la cabeza...

  _ ¡Qué dices de romper la cabeza! ¡Qué dices de mis hijos y de que si los rompes la cabeza! Yo no te consiento más amenazas a ti. ¡Lleva madre aquí subyugada! ¡Amenazada! ¡Por este tipo toda la vida! ¡Y ahora nombra a mis hijos!
 _ ¡He dicho que ni aunque se rompieran la cabeza os llevaríais esas canoas por donde han venido. Es eso lo que quería decir!
 _ ¡Llama a la Guardia Civil! ¡Cristina! ¡Llama a La Guardia Civil! ¡Yo no aguanto más!_ Gritaba Magdalena.
 _ ¡Pues lárgate por donde has venido! ¡Lárgate por donde has venido!_ Gritaba Frailón.

   Gelito  asomó por el rellano del segundo._ ¿Qué gritos son esos?_ Dijo.

  _ Mira. Yo, nada más digo que los cuark y las tablas de surf que ya no usan los amigos del hijo de Gelito y Emilia están aquí también. Esas en el gallinero. Que guapas estarán... Y eso si que estorba.
  _ ¡Llama a la Guardia Civil Gelito!_ Chilló Magdalena.
  _ -Y nadie se mete con ellos. Y no son de casa. Y todavía no he visto a ninguna vaca haciendo surf. Aunque mira. En la última riada igual habrían servido para algo_ proseguía Marcial irónico_ que más de una de las jersey de tu abuela se murieron ahogadas por estar estabuladas abajo en el valle...
 _ ¡Ahora cambia de tema! ¡Tío listo! ¡Con tu hermano que es hombre no te haces tanto el valentón!_ Profería a gritos la ejecutiva de PARADISE: Los mejores cosméticos para hacerte sentir en la gloria.

  _ Bueno. Vale._ Decía Gelito intentando calmar los ánimos._ Mejor que dejemos la fiesta en paz. Josefina ha avisado que la comida ya está. Y madre está esperando a servir la mesa.
 _ Para comidas estoy yo. A mí no me entra nada._ Suspiró Magdalena. La cual con el pelo enmarañado y envuelta en telarañas negras, y el rojo subido de sus mejillas, no necesitaba nada de maquillaje de su linea juvenil para pasar por una loca psicópata.

   Marcial, a quien la reunión familiar de hijos le había cogido por sorpresa, ya que nadie se lo había comunicado, prefirió omitir el detalle de que acababa de comerse un bocadillo.
Y antes de que todos se hubiesen dado la vuelta ya se había ido.