viernes, 30 de junio de 2017

Hijos del amor; pero con apellidos diferentes.




   Hay seductores y hay conquistadores que viven todavía en la fase bárbara, Marcial._ Le decía el Padre Ambrosio a Frailón. Coincidía que este último, camino de la finca del Cubano, aprovechaba a hacerle una visita, y de paso le contaba sus cuitas._ Llegan, conquistan, arramplan con todo lo que pueden, y luego se largan. O lo dejan todo, como en el caso de muchas parejas, hoy en día. O el de las personas, o compañías que migran para irse a ganar la vida a otros lares; Pero no construyen, no amplían horizontes. Ni crecen como personas.  Por que son débiles. Irrumpen en la vida de uno lo mismo que la invaden; pero son incapaces de mantenerse. La arrasan. Arrasan la vida de uno, como arrasan la tierra que pisan, o el país por el que pasan. Son bárbaros, y por lo general, no ya ignorantes, si no menos inteligentes.

   El inteligente se adapta, construye, aporta, y enriquece. Y muchas veces levanta un imperio. La mayoría se conforman con sacar adelante a los suyos, y conseguir que estos permanezcan y se perpetúen.

   _ Quien no va a perpetuarse soy yo, que no he tenido hijos, Padre Ambrosio.  Ni en la vida conquiste un sólo corazón...
  _ Habrás conquistado muchos, y no lo sabes Marcial.

  _ Entonces es que nadie ha conquistado el mío. En cualquier caso, uno no sabe cómo va a perpetuarse.

  _ Hay hijos de la carne y también hijos del espíritu. Ya lo decían los griegos.

  _ Pues será.

  _ Ten por seguro, que hayas tenido hijos o no los hayas tenido, a ti habrán de recordarte.

  _ Pues serán los hijos de otro. Por que las vacas tienen memoria; pero no la escriben.

  _ No me hagas reír Marcial. Alguno de tus sobrinos seguirá un día con lo que tu dejas aquí.

  _ Mientras no sea el más atrasao, como yo, que ni tengo estudios superiores, ni salí de este culo del mundo, como le gusta decir a la Magdalena... O el más infeliz.

  _ Y ¿Qué hago yo entonces aquí?_ Preguntó Ambrosio._ ¿Soy un infeliz acaso?

  _ Usted sabrá.

  _ Te aseguro que no lo soy. Soy muy feliz. Y de la ciudad me vine.

    Marcial sonrío.

  _ Y volviendo al tema que tratábamos de tu hermana...

  _ La conquistadora bárbara. No. Si he pillado la analogía, no crea que no. Lo malo de las mujeres del estilo de mi hermana, que abundan ahora un montón, es que nos están llenando La Tierruca de apellidos extranjeros.

  _ Pero no digas tonterías Marcial. Están sembrando de nuevas vidas estas tierras.

  _ ¿Y no se podría hacer algo para que los hijos no se apellidaran como se apellidan? ¿No sabe usted, que en este país, como en los mejores, son ciudadanos de segunda, aquí en España? Lo digo por como está la ley, no por que sea burrada mía.
   Si el padre es español, y la madre extranjera, el niño tiene todos los derechos; ¡Pero al revés no tiene los mismos! ¡Que me he enterado yo bien!

  _ La Ley es imperfecta. Lo único perfecto es el amor.  Parte de tus sobrinos gozan solamente del Ius soli y no del Ius sanguinis. Derechos solo al suelo, o derechos de sangre, esa es la diferencia. Los ius soli no son ciudadanos de pleno derecho. Tienes razón. Tendrían que declararse apátridas ellos o sus padres, y cambiarse de apellidos cuando sean adultos. Y cambiarse al apellido de la madre.

  _ Tienen derecho de suelo; pero no derecho de sangre._ Decía Marcial haciéndose cruces._ Esto sí que es ¡Manda Madre! Ahora comprendo qué la Josefina  gastándose esos humos que se gasta no va a ir a ninguna parte. Por muy hijos de nuestra madre que seamos, y ni aunque nuestra madre fuera Agustina de Aragón, nos salvamos aquí de las leyes vigentes más machistas.¡Si ella es más de aquí que Eva, y la Concha espina! Pues de esto no está enterada.

  _ El marroquí, el de Alto Campoo, que se declare apátrida y españolice el apellido. Aquí en la Vega de Pas, y alrededores llevamos haciendo eso toda la vida. La raza pasiega no es más que el resultado de la fusión de diferentes razas, culturas, y religiones. De los godos primero, acosados por los ochocientos años de dominación musulmana en la península, a los moriscos después, cuando la expulsión de infieles declarada por los Reyes Católicos, pasando por algún otro que pasó por aquí y decidió quedarse. Y  aquí lo único que nos ha conferido una identidad propia es el pastoreo, y el haber llevado a cabo la misma actividad de toda la vida de Dios, durante siglos. Que mi abuelo mismo era pasiego, y tenía un pelo de cada color. Y me acuerdo de mis primas las mellizas, una blonda, zanquilarga, y rebosante, que parecía hija de Sigfrido, y la otra flaca, chiquitina como una pasa, y casi negra. La más lista era la negra, por cierto.

  _ Esa es su teoría, Padre.

  _ Tengo que escribir un libro al respecto.


-Para que un niño pueda solicitar la nacionalidad española.


Sí son españoles los nacidos en España hijos de:
  • Argentinos
  • Costarricenses
  • Cubanos
  • Guineanos (Guinea Bissau)
  • Marroquíes – madre marroquí y padre conocido apátrida o que no transmite su nacionalidad al hijo-
  • Palestinos – apátridas –
  • Peruanos
  • Saharauis – apátridas –
  • Suizos
  • Santotomenses
  • Hijos de Venezolano y Colombiana
   


jueves, 29 de junio de 2017

Que buena estaba la leche, mejor estaba la nata...



      "Que buena estaba la leche, mejor estaba la nata" cantan los campurrianos.

   El Cubano no come yogur- tampoco es que haga patria.- Se dedica más a la cría de caballos que a la de vacuno. Aunque dicen que el yogur búlgaro auténtico es el de yegua.

   A Marcial le da lo mismo a lo que se dedique el padre de Neluca. El caso es que, de algún modo está repoblando esas tierras. Del caribe va trayendo conocidos, amigos, y parientes acostumbrados a trabajar en las labores del campo, buenos peones. Y es tan listo, que como las vacaciones las da en el invierno, algunos, lo mismo se marchan de vuelta a su país y no vuelven, que otros regresan. Y los más jóvenes, avispados, y atrevidos se quedan e intentan ligarse alguna que otra turista en la estación de esquí, que es cuando está abierta, y más turistéo trae. Hubo uno, más alto y guapo que los demás, que se casó con una psiquiatra que trabajaba en Vitoria y la cual ya le estaban al caer los cuarenta. Y ha tenido tres hijos con ella. Ya se han separado. Ese cubano se volvió a Cuba por que dice que lo que gana como gañán no le da para pagar pensiones alimenticias. El caso es que en Cuba, se ha podido montar su propio negocio. Y allí sigue ligando con turistas en edad de procrear, engendrando hijos que nacen en diferentes países de Europa, y viviendo tan ancho.

   Pero a parte del caso de este tipo, hay algún que otro caribeño que le está cogiendo apego a esta Tierruca. Y Ariel el cubano, fue el primero.

   Es cierto que no come yogur. Marcial está seguro de que se encontraría más saludable, si lo comiera. Ahora que ya está entrando en la madurez, y se ha convertido en un hombre de negocios no hace más que quejarse de que esto le sienta mal, y lo otro también. Ha dejado de comer pollo. Dice que es alérgico. A ver si después de llevar la calle por delante, va a ser verdad que esa familia, la de la parte caribeña de su sobrina, padecen del estómago.

   En realidad, dice Ariel, que el pollo no lo prueba desde hace años. Que comió demasiado pollo de niño porque su abuela los criaba, allí en Guardalavaca, en la provincia de Holguín, y debió de crear intolerancia de tanto como se puso hasta las botas de aves de corral. Y que sube el colesterol. Claro que si es faisán, u otro tipo de caza emplumada, la cosa cambia.

   Cuando Marcial le dice que es bueno el salmón para bajar el colesterol. Le responde este que algo parecido le pasa con el pescado, que no lo atraviesa, sobretodo como tenga espinas. Y que lo que peor le sientan son las sardinas, que al menos el estómago de él no las digiere del todo bien. Pero que el salmón ahumado no  está nada mal, y eso sí que puede catarlo.

   _ ¿Y el queso?
   _ Se me llena la cara de granos. En general con cualquier lácteo.

    _Pues yo no sé lo que comes._ Dice Marcial.

    Y con la misma más confirma la sospecha de que toda esa gente que anda `por ahí, con tanto reparo gastronómico, no tiene más que cuento. Que le salen granos dice. No le he visto yo chuparse los dedos con la salsa bechamél y untar pan. Y buenos chupitos de baileys que se toma de vez en cuando. Los helados le pirran, y la mantequilla fresca no la perdona.


    _ Menuda choza que se está haciendo el cabrón.

     Ya avista Marcial la finca con las cuadras, y arriba, la casa solariega reformada dentro de los cánones que impone la historia del paraje que le rodea. Marcial se levanta el sombrero en señal de respeto. Ni terrazas, ni pérgolas, ni acristalamientos, ni piscinas. Los cimientos de las cuadras están hechos de piedra, el resto son puros troncos montados con sentido común y pensando en la buena ventilación; pero no en las corrientes, a las que son muy sensibles los caballos, tanto o más que las vacas. Los tejados de las cuadras son de paja. Parece que se trajo a unos especialistas de Inglaterra.

   

   

miércoles, 28 de junio de 2017

De la farmacia a la cueva, y de la cueva a la farmacia.






   Orgullosa estaba Conce de su pasado de enfermera diplomada, y casi casi boticaria. Cuando regentó la fonda, después de que sus padres lo dejaran, su mostrador había sido más el de una curandera, ya para entonces bastante moderna. Y bien a gala tenía la labor de concienciación sobre las propiedades del yogur que llevó a cabo entonces, entre muchos pasiegos que todavía lo desconocían, y hasta despreciaban. Don Pelayo el médico, y uno de los pocos clientes a pensión completa solía decirle a los paisanos que con una mujer como Conce, y todo el saber heredado, al parecer de una bisabuela, no había mal para el que ella no tuviera solución.

   Pero la gran conocedora, no ya del penicilum de los quesos que hacía, si no de muchas plantas, e incluso de las costras de las vacas con las que había prevenido a generaciones enteras de pasiegos y gente de la zona de no haber sufrido de viruela, cuando en la ciudad había pestes de ello, había sido la abuela Perez. Mujer letrada, algo bastante de extrañar en una pasiega del siglo dieciocho. Parece que a su vez un abuelo suyo con quien se crío,  había sido farmaceútico en Burgos.

 Y tenía por eso la abuela Conce en la librería, libros antiguos de botánica, de herencia  de aquella abuela suya, los que a su vez habían sido heredados del boticario. Y los guardaba como oro en paño, por que eran libros de muchas plantas y hierbas beneficiosas para la salud. Aquella bisabuela mía, si que era curandera de verdad. _ Contaba Conce.

  _  Ella no era pasiega. Se crío, según tengo entendido en Burgos.  Aunque no estoy segura.  También puede ser que sí que fuera pasiega. Porque lo que no recuerdo es si fue ella misma o fue su madre la que se casó con un pasiego rico que tenía muchas fincas. Sí. Creo que fue su madre la que era burgalesa. Y que mandaron a mi bisabuela a criarse con los abuelos cuando se quedó huérfana.
    Pero mi abuela Perez debía de echar como Heidi las montañas, donde había vivido con sus padres, en falta. Así que también ella se casó con un pasiego.





Camino de la finca del Cubano.





   Ariel es un hombre guapo que andará ya rondando los treinta y poco, y ese poco lo mismo puede ser medio año que cinco más. Al mulato que es coqueto no le gusta decir su edad, y lo mismo se quita que se pone años, siempre que esa mentirilla ayude a presumir.

   Es el padre de la Nela, la nieta pequeña de Conce. Y aunque Nela es más clara que su padre y Josefina más negra que el mulato la niña no puede negarse que sale a su padre. Y ¡menos mal! Menos mal que sale la criatura a esa parte de la familia.

    Y no es la primera, ni la segunda vez que le da Marcial gracias al cielo por esa divina criatura que es su sobrina pequeña, buena, guapa, y lista, y nacida del demonio de mujer que es su hermana.  Digan lo que digan, hay misterios que sólo Dios entenderá digo yo. 


    Aparte del padre y de la madre, se puede decir que la raza, en este caso particular, ha mejorado con el cruce. De esto, que Marcial, un hombre bastante leído por otra parte, recuerde parte de un texto que leyó en su día en un  libro que había en la rectoría de Luena, hoy medio abandonada, escrito por un antiguo cronista sobre las Américas y las costumbres en los virreinatos de (cualquiera recuerda  el nombre del rey) El caso es que era un texto curioso, y se le quedó a Marcial en las entretelas del cerebro.

    Blanco e India: Melancolía.
    India y Negro lo mismo que indio y negra: Rebeldía.
    Blanco y Negra: Alegría.

    Posiblemente, por la censura gazmoña de la época en que se escribió, se omitieran otros tipos de matrimonios  mestizos como el de Blanca y Negro y el de Indio y Blanca. Al parecer las Blancas eran únicamente accesibles para los Blancos.


   En cualquier caso no andaba aquel cronista desacertado en sus observaciones, según Marcial. Y él mismo podía dar testimonio de como su sobrina era la misma imagen de la alegría y la perfección.

   Era Neluca una niña muy viva e inteligente, y bastante adelantada para su edad. Y eso es lo que tenía ganado. Sólo había una cosa que al tío le molestaba de la niña. Y esas eran sus manías alimentarias. No es que fueran intolerancias, o alergias. Eran manías. Esas manías que suelen aflorar cuando el ser humano nada en la abundancia y tiene demasiado donde elegir.

  Grano que tiene la niña que se le atribuye a algo que le ha sentado mal, sea que haya comido de lo bueno a lo mejor.

  El grado de manía es preocupante cuando la madre consiente que la lista de alimentos prohibidos vaya aumentando para una criatura supuestamente sana. El exótico y estomagante yogur de leche de coco, porque a la niña, después de habérselo antojado no le gustó,  en la nevera se quedó para quien tuviera hambre, Frailón por ejemplo, que por cierto lo probó y tuvo que escupirlo en la fregadera...

   _ ¿Quién compra aquí yogures de leche... ¿Qué leche es esta? ¡Leche que no es de vaca!? ¡Ya lo que nos faltaba! ¿Porqué usted no prohíbe, Madre, que la Josefina, traiga de ese supermercado de la carretera, todas estas porquerías? Queso Mozarella, leche de avellanas, margarina sana para el corazón de origen vegetal... ¡Ignorante! ¿De donde se cree que salen las grasas hidrogenadas? Aquí se llegaba fácil a los noventa comiendo como comíamos. Y ahora no hay más que tontería. ¡Muchísima tontería!...

    Este es un ejemplo de un cotidiano discurso furibundo de Frailón, echándole un ojo a la nevera de la casa de su madre. Él no tiene nevera. Para neveras sigue usando los neveros del monte, que los hay que no se derriten en todo el año.

   Camino de la finca del Cubano, del padre de la Neluca, pasa Marcial en su caballo de largo de una de esas buenas neveras donde suele el hombre surtirse de nieve el día que se pone por lo que sea a hacer mantequilla. A veces hay quien todavía le hace encargos de mantequilla fresca. No sabe lo mismo. Ahora todas las mantequillas que se venden en las tiendas están hechas con la nata previamente cocida. No sabe igual.

      Neluca, buenas rebanadas de pan que se unta, ahora que se ha declarado vegetariana, y ferviente defensora de los animales, tanto que no come ni un caracol, ni una trucha, ni una sardina. Y su madre se lo consiente. Y menos mal que a los huevos no dice que no, de momento.

   La niña crece y crece porque de lo que le gusta no le falta de nada. Y nunca le faltaron, a parte, sus  buenos vasos de leche de la mejor. Primero para destetarla, rebajada con agua y con unas gotas de naranja o limón que le añadía la abuela Conce, que por algo había estudiado puericultura  en su juventud en la Sección Femenina , y era enfermera de título, formada en el Hospital Universitario de Valdecilla. Trabajo que dejó al casarse, y porque heredó lo que heredo. La fonda, la Casona, y más de media comarca si se ponía uno a contar las fincas y las juntaba. Porque cierto era que muchas estaban también fuera de la comarca.

   Conce fue la primera pasiega que empezó a usar el yogur en el valle, prescrito por el médico del concejo, el cual antes de hacerse de casa en propiedad se alojaba en la Fonda de Cristina la Corza. Y el hombre fue quien lo prescribió por primera vez, y con receta médica, para un niño del valle, un nieto de La Pelada, la matriarca de una de las familias más ricas del valle. No era pasiega aquella mujer, si no una ignorante advenediza, y que para engordar a la criatura que alguien había intentado destetar con Pelargón, sólo se le ocurre a ella añadir mantequilla a la papilla. Y casi se muere el niñuco de una infección al vientre que le entró. Llévale donde la Corza, que su hija, la Conce es enfermera y sabe mucho. Luego, si te he visto no me acuerdo. Pero, en fin. A un niñuco no se le deja morir. Ni al niñuco de tu peor enemigo se le deja morir.... 

    Aquellas eran historias que le había contado su madre. Ya llegaba. Lejos en el horizonte, a la parte de la montaña Occidental, se contemplaba parte de las fincas de los de La Pelada, a monte, abandonadas todas. El último que las había cuidado, y bien que las había cuidado, había sido aquel pobre que perdió la cabeza.

lunes, 26 de junio de 2017

La amante pastelera







---_ Y ¿En qué hospital te ingresas? ¿En Valdecilla o en el de Laredo?

    _ Más lejos, mucho más lejos.

    _Pero... Pues...¿Qué tienen que hacerte? ¿Acaso es algo malo?

    _ Una liposucción, hija. Que dice la Josefina que como mucho queso.

   La pastelera echose a reír a carcajadas._ ¡Mira que siempre estás con chascarrillos, y con bromas! Ya veo que me estás vacilando.

  _ Bueno. Que voy con prisa.

  _ Entonces... ¿No estás malo?

  _ ¡Qué va! De momento_ dijo y persignose_ más sano que una perdiz y más duro que el cuero de un jabalí.

  _ Ya te veo.

  _ Como no me pegue un tiro, difícil será que se deshagan de menda.

  _ Ya ha habido lío con la Josefina._ Insinuó la mujer._ Por cierto. ¿Qué tal tus hermanas Magdalena y Cristina? Las he visto sólo de pasada, porque aquí, no son quienes de entrar a comprar ni una quesada, ni una caja de sobaos. No entran ni para saludar. Mira lo que te digo.

  _ Son así._ Dijo Marcial, avergonzado.

  _ La verdad, es que tienes unas hermanas que no sé si se creen la aristocracia o algo. ¿Qué se piensan? ¿Que por dejarse ver va a estar una luego hablando de ellas? Pues, si ya ves. Hablamos  de todos modos. ¡Qué manera de escurrir el bulto! Y para cuatro pelagatos que quedamos aquí, en el pueblo...  En fin._ Dime tú ¿qué otro entretenimiento nos queda si no es hablar?

  _ Razón tienes.

  _ Tu hermana Magdalena ha llegado muy lejos. Y yo me alegro por ella. Pero siempre se gastó muchos humos. Lo que me extraña es lo de Cristina. Pues si fue compañera mía de pupitre en la escuela. Y buenas amigas que éramos. Y que ni fuera una una pobre de pedir, que no se digna ni pasar a saludar. Como si la debiera yo algo, o temiera que le fuese a pedir algún favor. Y yo no soy de esas. Tu sabes Marcial, que yo también tengo mis hermanos que buenas colocaciones tienen, y mis primas también, sin ir más lejos, que bien que han prosperado fuera de estos valles. Y yo misma podría irme de aquí, y abrir la pastelería en Santander, o en Bilbao.

  _ No tendrías competencia. Eso ya te lo aseguro yo.

  _ Pero ¿Qué vas a dejar esto? ¿Vas a dejar esto que siempre nos dio la vida en manos de REPSOL?

  _ ¡Vaya!_ Sonrío Marcial.

  _ ¡No me da la gana de irme! Es mi tierra. Y yo amo mi Tierruca.

  _ Olvidaba que eras concejala, y la presidenta de Cáritas.

  _ A este paso me quedo de alcaldesa.

  _ Buena activista eres.Tú sigue contando con mi voto.

  _ Tu ya sabes Marcial. Aquí, de fractura hidráulica ¡que se olviden!

  _ Ya veo, Ya. Que aunque ya no queden casi vecinos. Tú sacas a los de las manifestaciones de debajo de las piedras.

  _ Querer es poder.

  _ Y que le dedicas tu tiempo a la lucha. Y eso es de agradecer.

  _ Pues mira. eso es lo que tengo aquí, que no tendría en la ciudad. Tiempo.

  _ Pero tendrías más dinero en la ciudad.

  _ Ya. ¿Pero no sabes tú que el tiempo es oro?_ Río ella.

  _ Y la salud también. _ Dijo él.

miércoles, 21 de junio de 2017

La mudanza





   Perfumado del matutino aroma del obrador de la pastelera, y habiendo iniciado bien pronto, casi de noche, la jornada del lunes, al día siguiente de la última reunión de Carriazos, iba Marcial decidido a hacer lo que había que hacer.

   Con el rocío resbalando por cada superficie del valle, después del primer ordeño, y soltadas las vacas de la cabaña de arriba, se había encaminado hacia la casona con la Almiranta, y con otra vaca tudanca aún más tosca, de cuello ancho, y ancas traseras carnosas, casi tanto como las de un buey. Era una vaca vieja, que para leche poco o nada habrían dado por ella en la feria; pero aún daba leche y tenía aguante con los terneros de algunas otras vacas más finas y elegantes, que ni querían, ni debían criar... No se les deformaran las ubres, que luego apuntando de medio lado hacían ardua la tarea de encajarse en los caños de las ordeñadoras.

  Pero aquella vaca vieja había dado, y daba todavía mucho de sí. Y Marcial se resistía a mandarla al matadero. Había carniceros de la zona que le tomaban el pelo por ese sentimentalismo suyo.

   "Esos bistecs, y los chuletazos, ya no digamos, tienen que salir como los de un buey. Y para churrasco o un buen asao en La Fonda de Cristina La Corza, daba mucho la Clavelina." Así se llamaba la tudanca más vieja de su cabaña de tudancas. Tenía algo de vaca pasiega por parte de abuela materna, y su pelaje negro azabache tiraba a colorado, haciendo irisaciones casi moradas. Por eso se llamaba Clavelina. Vivía esta vaca en la cabaña de abajo, con las jersey y pasiegas haciendo de niñera, al parecer, de algunos terneros descalostrados, que había que cebar antes de vender para recría. Tenía por eso la Clavelina los pezones de la ubre demasiado largos y apuntando para afuera. A la Clavelina, en caso de que no hubiese terneros que tiraran de la teta, la ordeñaba Marcial con todo el mimo, y el calor de las manos.
Pero era la vaca más fuerte de las cabañas de Frailón, y se le podía cargar sin remilgo alguno.

   De eso que Marcial se acercara con ella en cabeza, y la Almiranta detrás, hasta la casona. Y allí colocando en buenos bultos, los menos pesados en la Almiranta, y los más voluminosos  y con mayor peso sobre la Clavelina, cargó Marcial de una sola vez sus pertenencias, y algunas más que sus hermanas le habían atribuido, posiblemente todo lo que las tasadoras del demonio habían considerado un estorbo. Y hasta alguna que otra silla, que de polilla nada tenía ninguna. Y la cama desmontada del abuelo Carriazo, donde falleció de aquella pulmonía que le agarró después de aquel infortunado rescate donde había salvado la vida a un imprudente, perdido un aciago día, en una ventisca. El cabecero lucía mucho por las taraceas, y aupa de la Clavelina fue encima de lo otro, con una de las mesitas. Y esto último lo hizo más por desbaratar los planes de sus hermanas, que porque necesitara más camas que la que ya tenía.


   Con la misma tiró para la cabaña más acondicionada en la que se guarecía por las noches, y durante el invierno, la más cercana al pueblo.

   _ ¿A dónde vas de mudanza Marcial?_ Le preguntó la pastelera a quien media hora antes había dejado un cántaro lleno de leche. Y casi media arroba de mantequilla fresca, a parte de 100 litros de yogur al estilo griego para hacer helado de yogur que se había puesto de moda. Y se lo pedían algunos turistas a Cecilia la del obrador. Aquel yogur fue siempre el secreto de Cristina la Corza. El que se trajo a su vuelta de Buenos Aires cuando allá emigro por los años veinte con su marido y recién casada. Y todo gracias a que convivió allá, siendo vecinas de patio,  con una turca, y con una griega y sus familias, y con ellas intercambió saberes, y conocimientos en vez de criticarlas por beber cuajada agria.
   
   Marcial hizo oídos sordos, más que nada por no entretenerse.  Pero Cecilia que se había molestado en salirse del obrador al verle pasar desde la ventana, siguió con el tema.

   _ Ya decía yo que raro era verte en el pueblo con la Clavelina. Últimamente, la Almiranta te vale y te sobra para bajar al pueblo los pedidos, que buenos paseos le das.

  _ No quiero que se la pase sentada, ni que se le retrase el parto.

  _ Para carreras saldrá la ternera que traiga al mundo._ Dijo la pastelera riéndose._ Pero para lechera, lo dudo. Mientras tengas fijación por las tudancas.

  _ La vaca más guapa. La que menos recursos consume. O ¿Crees que las vacas no comen y beben? ¿De que crees que se quejan todos los ganaderos, los que se olvidaron de ser agricultores primero? Con el precio que les dan por la leche no sacan ni para piensos, ni para pagar todo el agua que necesita beber una vaca de esas tan grandes. Es eso lo que no es viable. No sé cuando se van a dar cuenta. ¿Acaso te desatiendo yo el pedido? Y bien que te viene a ti esta leche, que buena fama tienen tus tartas de pasta quebrada, y tus sobaos.

  _ No se puede negar que es más cremosa y tiene mayor nivel proteico. Y esto último el que se machaca hoy en día en el gimnasio bien que lo mira cuando quiere echarse un placer a la boca. Y buenos análisis que me manda hacer el veterinario, y no tiene nada que objetar de la leche que uso para mis tartas y pasteles.

  _ A parte de los sobaos._ Insistió Marcial.

  _ Los mejores de la región gracias a tu mantequilla, y a los huevos que me baja tu hermana.

  _ Esas gallinas se alimentan de maíz que no es transgénico. Y que bien me ocupo yo de sembrar, como hicimos toda la vida.

    Hubo un silencio. Y en ese silencio le venían a Frailón los recientes recuerdos concernientes a sus dos hermanas Magdalena y Cristina, revolviendo en el sobrado de la casona y protestando de que las vigas que sostenían el tejado sirvieran también para acabar de secar las mazorcas. Que pusieran un estudio ¡no te fastidia! Para no estudiar nadie allá arriba. A no ser que quisieran que se les derritiera la sesera. Cada cosa para lo que es, pensaba el hombre.

   _ Ya que te asomaste_ le dijo Marcial a Cecilia, al fin y al cabo de sus más negras premoniciones_ quería decirte que a partir de uno de estos días, en los que entramos, va a ser El Cubano, o alguno de los que están con él quien te haga el reparto.



   _ ¿Pues cómo Marcial? ¿Te marchas en serio? ¿Acaso te marchas fuera de la región? Pues ¿a dónde?

   _ Marcial interrumpió la serie de preguntas de Cecilia, una mujer de unos treinta y cinco a cuarenta años, y de las pocas jóvenes que por allí quedaban, contestando tan sólo que debía pasar una temporada en el hospital. Era mentira pero fue lo primero que se le vino a la mente. Y en cualquier caso, vivía Frailón aquella crisis como unas circunstancias dignas de compasión.

   Y la lió. Y a los dos segundos ya estaba arrepentido de haber dado respuesta tan descabellada. Menos mal que tanto la Clavelina como la Almiranta se sabían el camino de sobra y ya habían tirado ellas solas para arriba. Luego tendría él que echar a correr detrás, palo en mano, porque a ver quién las descargaba una vez en el sitio.

   _ ¡Pues cómo! ¿No estarás maluco? Ya te veía yo últimamente cariacontecido...

   _ No es nada, mujer. Sólo una revisión.

   _ Y en cima te pones a hacer mudanzas._ Dijo ella volviendo sobre el primer tema de conversación, y como queriendo tirar de la lengua.

   _ La Josefina. Que tiene intención de pintar. Y le estorbaban algunas cosas.